La CGT no puede bancar a los “impresentables”

No los saldrá a defender pero está alerta porque los lee como una persecución. En medio de todo: la reforma laboral.

Dicen que a un gigante, cuando está herido, hay que seguir pegándole en el suelo para que no se levante. La CGT esta virtualmente fracturada por un fuerte internismo que no es nuevo sino que ahora queda muy desnudo. Producto de su falta de identidad y coherencia para defender los derechos de los trabajadores, pasan por el desfiladero del escarnio público.

La relación con gobierno no peronistas, en democracia, siempre han sido traumáticas. Sin embargo, su real debilitamiento fue primero aprovechado por el kirchnerismo, que tras la pelea entre Néstor y Moyano (nunca se sabrán los verdaderos motivos), marcó un desmarque en la cohabitación de poder. En la etapa anterior se los metía presos por disidentes o también por haber sido brazos armados contra militantes de izquierda. Ahora decanta por el cambio de fachada.

Momo Venegas pasó unas horas en prisión, en lo que se midió como una persecución del entonces gobierno k, pero en esa misma década se apresó, sigue detenido y condenado, al “Gordo” José Pedraza , por el crimen de Mariano Ferreyra.

Por derecha o izquierda , el sistema sindical comprobó que algo cambió. La sociedad perdió tolerancia a tanta impunidad. Macri reafirmó que al igual que el poder de la prensa, al “monstruo de camperas de cuero o trajes Armani” , había que limitarlo desde el vamos. El engaño fue, para los sindicalistas, pensar que el apellido Triaca les iba a traer algún beneficio contemplativo en esa puja.

Triaca (h) es un férreo defensor de la reforma laboral, y de forjar una Central Obrera pro oficialista. Entre buenas y maquivélicas intenciones se teje un cambio en la órbita de la relación clave de poder. Los jueces, agazapados para reivindicarse socialmente , empujan causa que antes eran tan obvias como estas fotos que ahora sacuden las redes, con autos importados y armas de colección.

El Pata Medina y el Caballo Suarez fueron los primeros exponentes de un tipo de sindicalismo extorsionados que no pudo sobrevivir a los tiempos de cambio de imagen de la relación dirigentes-ciudadanos. Ellos eran personajes de manejo territorial. Uno paraba obras de construcción , el otro se creía Poseidón.

El último caso merece una atención diferente. Marcelo Balcedo, un empresario por herencia y sindicalista por la fuerza. Tomó el gremio ,Sindicato de Obreros y Empleados de Minoridad y Educación (SOEME), a punta de culata. Una cáscara vacía que un ex gobernador como Scioli, abonó sumando 10 mil afiliados. Su juego en la paritaria siempre fue acuerdista. El tesón que puso padre, un desarrollista respetado en formarlo en el exterior, fue vano ya que su atajo fue el enriquecimiento ilícito.

Esas dos palabras son las que inquietan el campo sindical de los que hoy manejan la pulseada con el gobierno. Con las diferencias en usos y costumbres , muchos otros saben que están en la mira por ingresos y estilos de vida que no pueden justificar. Los allanamientos en Independiente fueron una advertencia en la previa de paritarias y de la trabada Reforma Laboral.

Héctor Recalde dijo al recibir un a dura embestida gubernamental que “Macri quiere un mundo sin sindicalistas”. Puede ser cierto. Al ministro de Trabajo le gustaría romper convenios y no homologar acuerdos, cosa que hace. Todo es verdad es una Argentina muy complicada, con presos meritorios y problemas sociales reales.