Boudou se escondió en un sótano para evitar fricciones con intendentes del PJ

El encuentro planteado para sellar la unidad peronista tuvo ribetes increíbles. Enterate los entretelones. Por qué se quedó Magario. 

La conducción del Partido Justicialista Bonaerense, encabezada por el ex intendente de La Matanza organizó un acto para sellar la unidad peronista con invitación a los ultra K.

Las presencias del ex vicepresidente, Amado Boudou, el líder piquetero, Luis D’Elía y el ex vicegobernador Gabriel Mariotto fueron un “límite” para los jefes comunales del PJ que le marcaron la cancha a La Cámpora y al hijo de la ex presidenta. “Las lápiceras para las listas la manejamos nosotros”, dijo una de los que mandan en el armado.

En la sede del Frente Nacional Peronista, en Bolívar 448, los intendentes peronistas ya se mostraban enojados por la amplia convocatoria, que incluía “personas que restan”.

Sin embargo, Verónica Magario, intendenta de La Matanza y presidenta de la Federación Argentina de Municipios, caminó las dos cuadras hasta el Centro Cultural Caras y Caretas, del jefe del sindicato de porteros Víctor Santa María, en Venezuela 370.

Una vez que se fue Magario, los jefes comunales recibieron la noticia de que junto a Máximo Kirchner estaba un póquer que más tarde definirían como su límite: Amado Boudou, Gabriel Mariotto, Martín Sabbatella y Luis D’Elía.

Ahí fue que se opusieron a asistir con un mensaje claro para Máximo Kirchner. “Los votos y el territorio lo ganamos nosotros, no queremos que vuelvan a armarnos la lista”, señalaban los jefes comunales entre los que estaban Ariel Sujarchuk (Escobar), Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas), Mariano Cascallares (Almirante Brown), Fernando Gray (Esteban Echeverría), Alberto Descalzo (Ituzaingó) y otros 15 más.

A partir de la tensión, Wado De Pedro funcionó como interlocutor. El diputado nacional fue hasta la calle Bolívar y les explicó que Boudou ya se había retirado.

En realidad, el ex vice fue alertado de la negativa de los jefes comunales a fotografiarse con él, y decidió esconderse en un sótano, al lado de la cocina, hasta que terminara el acto.

La elección del escondite fue porque en la puerta del Centro Cultural estaba la prensa y no quería que lo ilustren en retirada. Entonces se sentó, pidió un café y lo tomó sereno junto a dos colaboradores.

Una parte de la misión de Wado De Pedro estaba cumplida. Después siguió el turno de Luis D’Elía. El piquetero estaba sentado entre los últimos lugares y no se quiso retirar.

Pese a los intentos camporistas, D’Elía se plantó y a los dirigentes de la agrupación de Máximo Kirchner no les quedó otra que comunicar que no se iría.

El ánimo se caldeó aún más cuando entre los celulares de los intendentes llegó el mensaje de que caería Aníbal Fernández al acto. “Ahí sí que terminaba de romperse todo”, aclaran del bando de los líderes municipales pejotistas.

En el escenario principal, al lado de Máximo Kirchner, estaba Verónica Magario. La intendenta de La Matanza, que suena como posible candidata, había llegado al centro cultural antes que otros jefes comunales. Según explican en su entorno, quería irse para hacer causa común con los intendentes pero fue demasiado tarde.

“Quedó como ‘rehén’ porque están con los intendentes”, comentan sus allegados, en un intento por derribar la teoría del doble comando: Espinoza con los alcaldes y Magario con los más K.

Ahora las diferencias quedaron expuestas y los intendentes presionan para que no les armen las listas. Incluso mostraron sus diferencias con Martín Sabbatella. Saben que tiene más votos que los otros tres dirigentes que reprobaron, pero tampoco lo quieren en el peronismo.

Darío Giustozzi, el doble agente