Alberto se entretiene con la idea de presidir el PJ

En pocas oportunidades coincidió que un presidente también comandara el partido.¿Alberto cree el que así podrá sopesar el intervencionismo de Cristina?

La mesa está servida y Alberto parece decidido a aceptar el convite. Por cierto, el menú parece discreto como para imaginar que el presidente pueda apalancarse, de otra manera, ante la brutal crisis pandémica económica.

El 17 de octubre con militancia virtual, la CGT y el PJ le pedirán que acepte liderar formalmente el partido. El mensaje tiene un significancia más hacia adentro que hacia afuera,donde se percibe al PJ como una cáscara vacía.

Los días de la Lealtad peronista han quedado apolillados por las acciones de intérpretes de una desafinada partitura justicialista. Antes de recuperar el poder, los 17 de octubre se ritualizaron divididos y amarretes. A modo de ejemplo, llegaron a realizarse hasta cuatro actos diferentes.

El Gobierno pretende reactivarlo con una foto de familia “virtual”, ya que la verdadera movilización “revanchista” se guarda para el momento que se de por superada la cuarentena de la debida distancia social.

Muchos se quejaron dentro del partido: “¿Si salió la clase media a la calle, cómo nosotros peronistas nos vamos a guardar en nuestras casas?”.

El mensaje tiene un significancia más hacia adentro que hacia afuera,donde se percibe al PJ como una cáscara vacía.

Alberto sueña con dejar de lado “los ismos” en el que se fue fragmentando el peronismo, sobre todo el kichnerismo que le sigue marcando la cancha en su atribulada gestión presidencial.

Presidir el PJ es para él, ingresar a un club en el que pueda dedicar su propia impronta rodeado de gobernadores, cegetistas e intedentes que también recelan con otorgarle de vuelta todos los botones a Cristina.

En muy pocas oportunidades, de regreso a la democracia, un presidente peronista le interesó tomar parte de su tiempo en reuniones en la sede de Matheu.

Fue el caso de Carlos Menem, que para sacarse de encima personajes de la renovación, ocupó el casillero de presidente del PJ siendo presidente de la Nación, en 1990, pero le encomendó la diaria a su hermano, Eduardo.

En toda contienda simbólica debe haber un rival. El otro Alberto, el gobernador puntano, manifestó que también quiere ser conductor del PJ. Se cree con derecho adquirido por haber sido el primero en advertir que si el peronismo se animaba podría destronar al macrismo. No se equivocó, pero ese tiempo ya quedó muy atrás.