Alberto y el fin de la ilusión moderada

La designación de Martin Soria lo tiñe definitivamente de Cristinista al presidente. Mejorar la economía y la vacunación pueden ser sus salvavidas.

Otra vez el formato atolondrado para anunciar al reemplazo de Marcela Losardo, su ex ministra, amiga y socia. Alberto toma sus actos de gobierno con una coloquialidad pasmosa. Charla con “amigos” periodistas y cuenta sus aventuras de presidente como un libro abierto de memorias embargado.

10 días de suspenso, en una situación de franco retroceso en su individualidad decisoria, hubieran ameritado un relanzamiento enfocado y con otra fuerza. Alberto se rindió ante la obviedad de origen. Los votos, la política y el carisma son de la “reina de Recoleta”.

¿Podría haber hecho otra cosa? Seguramente sí,  al precio de poner en riesgo su continuidad como primer actor de la película “volvimos mejores”.

En la tenue mejora macro económica y en tratar de acelerar el plan de vacunación está su partirura personal y casi un salvavidas político.

Martín Soria es del paladar k del Instituto Patria. Se lo ganó haciendo muy bien los deberes de intérprete radicalizado del relato de reforma del sistema judicial.

Investigó, cual si fuera un Verbitsky del viejo Página 12, los movimientos de agenda durante la presidencia de Mauricio Macri, concertando visitas de jueces con fallos posteriores igual a Lawfare.

Alumno de derecho ejemplar que sabe como seducir al gran jurado. Quizás su paso por el juzgado de Galeano le haya dado algunas herramientas para saber embarrar la cancha.

Soria proviene de una familia política iirrascible que terminó con la vida de su padre en un episodio de violencia familiar, ejecutado por un disparo de parte de su madre, hoy todavía presa.

Sería bueno que un  profesional analizara la psiquis del nuevo funcionario nombrado, procidimiento absolutamente normal para evitar desagradable sorpresas.

Como intendente de Roca se enfurecía con periodiostas cuando algo no le gustaba. Martín Soria “fue denunciado por el cronista de FM Líder Darío Chavarría por tomarlo del cuello desde atrás y amenazarlo con que ´cuando fueran gobierno me cerrarían la radio´”.

Con este nombre cabe preguntarse si el gobierno sumó un ministro de Justicia o un “justiciero”. En Comodoro Py y en la Corte tiene un profundo amargor en el paladar.