Canicoba Corral hace méritos pero Alberto no se olvida

En 2010, el juez procesó a un amigo del presidente electo.

En los dias previos a las elecciones, cuando los tribunales de Comodoro Py ponen el freno de mano, un juez asomó la cabeza: Rodolfo Canicoba Corral comenzó a mover una causa judicial por supuesto espionaje ilegal llevado a cabo desde la AFIP. Algunos medios llegaron a compararlo con el caso D’Alessio. Y hasta se agitó la posible detención de Elisa Carrió, que desafió públicamente al juez por lo que consideraba una operación de campaña.

En los últimos cuatro años, Canicoba Corral sobrevivió como pudo. El macrismo siempre lo miró con desconfianza, por su estrecha relación con el sciolismo, que alguna vez lo tentó para manejar la AFI, y promovió investigaciones sobre su patrimonio en el Consejo de la Magistratura. Pero todo quedó en la nada.

La investigación en el Consejo, a cargo del abogado Juan Pablo Más Vélez, prácticamente no ha tenido avances en los últimos diez meses. En un descargo reciente, Canicoba aseguró que buena parte de sus bienes y su nivel de vida son sustentados por los ingresos de su mujer, la abogada Viviana Tejada.

Con el resultado electoral, se suponía que Canicoba podía ocupar otra vez un lugar de privilegio en el podio de los jueces federales, pero hay un antecedente que le juega en contra, según cuenta en su columna dominical Eduardo van der Kooy. En 2010, procesó a Claudio Moroni por incumplimiento de “los deberes de funcionario público” cuando se desempeñaba como superintendente de Seguros de la Nación. Moroni es un íntimo amigo del presidente electo y se lo menciona como posible ministro de Trabajo.