Co responsables de la verdad en una guerra

Los corresponsales son la primera línea informativa a la que acuden los principales medios que en la mayoría de los casos no tienen fuentes directas. Egolatrías e intereses atentan con la información veraz. Otros son ejemplos para imitar,

La guerra informativa va muchas veces más veloz que las bombas en Ucrania. La televisión del meme o las camaritas indiscretas quedaron virtualmente desplazadas por valientes corresponsales de guerra y especialistas que en cuestión de minutos intentan desasnar a ávidas tele plateas que disputan un TEG en mesas de café permanentes. Difícil y esforzado el camino para decantar tamaño bombardeo informativo. Sobran analistas, faltan cronistas.

Las situaciones son de lo más disparatadas. En la tele local lo sufrió la prestigiosa corresponsal de La Nación Elisabetta Piqué, que mientras trataba de guarecerse ante las sirenas anti bombas, un columnista, a miles de kilómetros de distancia, le daba consejos de supervivencia. El cuadro se cerró con la educada corresponsal balbuceando un ” que pelotudo…!!”.

Cada señal informativa trata de poner sobre la mesa un rosario de valores geopolíticos antes de priorizar la línea narrativa del relato sobre los acontecimientos. Quizás un primer problema es que dentro del mismo territorio de conflicto hay una mediatización de hombre y mujeres que provistos de trajes de Rambos no tienen una línea directa con los flagelos de la guerra. Esa primer referencia ya la tuvimos en los 90 con la guerra invisible del Golfo.

Una simpática corresponsal desde Madrid salió al aire por C5N narrando cómo se preparaba para tratar de viajar al campo de batalla y dio a conocer su kit de cobertura que abarcaba chaleco antibalas, casco y hasta tecnología solar para evitar cortes en la futura transmisión. En su verba ya se notaba la adrenalina de un presentador de velada de una pelea de box.

Se da en el golpeado mercado local de la tv que las decisiones de enviar un periodista propio, al centro de batalla, demoran días y si llegan quizás lleguen a contar la pos guerra. Ahí surgen los “corresponsales” improvisados: argentinos radicados en Ucrania que pasaran a ser una biografía interesante para acumular minutos al aire.

Las coberturas de guerra se han sofisticado en paralelo a las armas. Ucrania, sin embargo, es una guerra símil a las convencionales que culminaron en la Segunda Guerra Mundial, con peleas cuerpo a cuerpo y soldados que saltan en paracaídas. ¿Alguien vio en las coberturas algún muerto de los centenares que ya se informan? ¿Es pudor o equidistancia con los brutales acontecimientos?

El primer problema de algunos de los co responsables de esta narrativa  es creerse más importantes que los propios acontecimientos históricos que transcurren. La culpa no es solo de algunas de estas personalidades sino de quienes lo interpelan al aire. ¿Decime que se siente correr peligro ? ¿Por qué elegiste ser corresponsal de guerra? , son algunas de las preguntas de cabecera cuando no hay conocimiento histórico sobre un conflicto que no comenzó ayer, ni se resuelve analíticamente con adjetivos.

Putin “autócrata “o Zelsinski “payaso de la OTAN” son slogans impactantes que en todo caso quedan anecdóticos para comprender cabalmente que estamos viviendo o que se proyecta que puede pasar. Por eso la tarea esencial que nos enseñaron en las escuelas algunos buenos profesores fue “el hacernos preguntas”. Esto pareciera un pecado capital en estos tiempos de ahistoricidad.

Un buen comienzo de reconstitución de roles en el servicio informativo sería darle la palabra a los que sufren las crisis humanitarias de las guerras, los desplazados por las bombas. ¿ Si en vez de la antojadiza clasificación de corresponsal de guerra comenzamos a hablar de corresponsales humanitarios?

Un buen comienzo de reconstitución de roles en el servicio informativo sería darle la palabra a los que sufren las crisis humanitarias de las guerras, los desplazados por las bombas. ¿ Si en vez de la antojadiza clasificación de corresponsal de guerra comenzamos a hablar de corresponsales humanitarios?

 

El pos aturdimiento, lo emocional, seguro que no descubrirá las verdaderas intenciones del poder mundial pero si nos acercaría a una cara humana embrionaria del cronista y su misión. El lanusense en Ucrania que expresó no tenerle miedo a los misiles en comparación con el flagelo de robos permanentes en el conurbano, que a varios opinadores esto le pareció una genialidad, es precisamente de lo que hay que distanciarse en el campo analítico..

En definitiva vivimos 20 años del nuevo milenio marcado por las sensaciones y la pos verdad. El prestigioso corresponsal que tuvo Clarín, Gustavo Sierra, dijo en una de sus charlas de vivencias de guerra: “Cuando me mandaron a la guerra me dijo mi jefe olvidate de los análisis en la cobertura quiero escuchar las bombas”. También cerró esa charla con una cita atribuida al senador estadounidense Hiram Johnson en 1917: “La primera víctima cuando llega la guerra es la verdad”.

Horacio Caride