Con el gabinete fracturado, Alberto trata de superar la crisis del fuego amigo

Una crisis política sin precedentes por sus características desde dentro del peronismo. Nadie puede decir que Cristina no aviso.

Fue el 19 de diciembre del año pasado. Cristina avisó con una sentencia que hoy adquiere verdadero sentido:

“Por eso le digo a todos aquellos que tengan miedo o que no se animan, por favor, hay otras ocupaciones además de ser ministro, ministra, legislador o legisladora. Vayan a buscar otro laburo, pero necesitamos gente en los sillones que ocupen de ministro, ministra, de legislador o legisladora sean para defender definitivamente los intereses del pueblo”, dijo en esa ocasión en el estadio Unico de la Plata, en plena etapa dura de la pandemia.

 

La catarata de renuncias a disposición de funcionarios k para presionar una rápida movida de fichas por parte de Alberto, por ahora no dio resultado, pero tiene como consecuencia un gabinete nacional fracturado.

A la hora de caracterizar la crisis, Lilita Carrió no dudó” para ella es un intento de golpe en el que Cristina lo vacía de poder a Alberto. El politólogo Andrés Malamud la nombró de manera pintoresca, como la crisis de los Pimpinela. Tanto pretender ser el nuevo Alfonsín, lo único que le queda es no termina su mandato como el Padre de la democracia, esto es tener que irse antes de tiempo.

Tanto pretender ser el nuevo Alfonsín, lo único que le queda es no terminar su mandato como el Padre de la democracia

Los recuerdos recientes de época situaron a estas hora aciagas al evento que provocó Chacho Alvarez renunciando a la vicepresidencia. La distancia de esa acción irresponsable es que Cristina no es Chacho tiene un poder de fuego real no solo mediático. La similitud si puede estar dada en el final, la presión provoca un vacío de poder que alguien debe llenar.

También hay un archivo relevante para entender esta crisis cuando Alberto sobreactuaba fidelidad al kirchnerismo declamando que él no traicionaría a los principales referentes con Cristina y Máximo a la cabeza. Quizás el pecado de origen fue traicionarse a si mismo cuando quería ser el moderado.