Cuando una Cordillera es como un “impenetrable” en la relación Macri y el Papa

Por más que se desmienta, la relación entre ambos volvió a un punto muerto. Francisco se rodea de informes adversos al gobierno. Macri sigue el entuerto en modo yoga.

Cuentan que después del encuentro entre Bergoglio y Borges, cuando el hoy Papa era profesor jesuita de Letras y el creador de Aleph ya era un consagrado, el escritor dio una entrevista en la que dijo: “Conocí un Jesuita que tampoco cree en Dios”. Fue su forma metafórica de representar un encuentro en el que se nutrió de la visión terrenal y humanista de un religioso que ahora en su Papado deja en claro su marca social.

Alguien que eligió el nombre de Francisco, que declaró santo a Juan Pablo II, es un actor que no quiere pasar desapercibido en la historia de la Iglesia y que su norte es ser un Papa popular. La misión pretende una nueva evangelización, esta vez no cruenta sino adaptada a las redes y nuevas tecnologías. ¿Será por eso que no sorprende que su visita, tan cerca, no despertó masividad en calles de Santiago, como si lo había logrado Karol Wojtyla en 1987, siendo prenda de paz entre ambos países por el litigio del Beagle?.

Ahora, la Cordillera de los Andes vuelve a separar. La distancia entre el Papa y Macri es inmensa por más que desde las fuentes oficiales se relativice o se diga que “esta es su casa puede venir cuando quiera”.

El momento de un saludo tenso con el presiente electo de Chile, al cual no le concedió una entrevista privada, es representativo de lo que le ocurre al Sumo Pontífice en Sudamérica. Para él Macri y Piñera son lo mismo: representantes de un neo liberalismo que no tiene sensibilidad social.

Los interlocutores opositores que lo frecuentan en el Vaticano le sostienen la agenda argentina con un recuento de todas las acciones del gobierno macrista. La data no hace otra cosa que ratificar lo que Francisco ya piensa de antemano. Suelen decir que escuchan de él bronca y decepción por el rumbo del gobierno.

¿Qué cambió entre el Papa y Macri que durante el gobierno de Cristina tenían una relación de respeto?. En aquel tiempo, el Papa pensaba que la ex mandataria estaba débil y que la forma de ayuda era intercatuar con el Jefe de la oposición para que no se tensara más la cuerda. Su candidato a presidente fue Scioli pese a que militó para que los curas se acercaran a Vidal e impidieran el avance de Aníbal Fernández, considerado mala palabra en el clero.

Con Scioli le gustaba que se dejaba pastorear, es decir lo escuchaba y acercaba posturas empáticas a valores que representan dogmas inamovibles mas allá del aggiornamento de los mensajes, como lo es la defensa a la vida en contra del aborto. Esa fue la primera gran distancia con Macri. El entonces jefe de gobierno porteño propició la ley de casamiento igualitario y algunos de sus colaboradores no ven con malos ojos abrir el debate del aborto no punible. Después se agigantó el valor ideológico y la ponderación de algunas medidas en lo social.

También fuentes cercanas al Sumo Pontífice reconocen su enojo por el manejo editorial de los dos principales diarios que lo critican. Dicen que están alentados por el gobierno para agigantar la Grieta.

La pelea no tiene frases oficiales. Es el silencio del Jesuita y los buenos modos del gobierno, que sabe del desgaste de la imagen interna del Jefe del Vaticano.

Sin unión, el PJ encuentra en el ex Tacuara un norte de encuentro y liderazgo. Los fieles van a verlo como si buscaran una línea de conducción política.