Alberto quiere ser Alfonsín y alejarse del fantasma de Menéndez

La encrucijada de la pandemia lo pone al presidente tratando de controlar el malestar de la población en lo económico.

Hay veces que el presente encuentra recónditos espacios que zurcen el destino, en el laberinto del poder. Alberto quiere quedar en la historia de los presidentes como alguien que unió a los argentinos contra un enemigo más importante que sus antagonismos, ahora llamados Grieta.

A su manera, y con diversos cisnes negros que se precipitaron con obsesiva fascinación a lo largo de los ciclos, todos quisieron sumar la mayoría de las voluntades y ensanchar la base de apoyos generados desde la génesis de su envoltura institucional.

Cada día que se pasa de encierro y paranoia, Alberto se da cuenta que su espejo es Alfonsín a quien suele nombrar en sus discursos, mucho mas que a los líderes del Krichnerismo. Sobre todo lo tiene, en su verba, por encima de la figura de Cristina, a quien quiere colocar en un rol simplemente de “amiga que consulta”, en sus ratos libres.

Alfonsín tuvo, en el 83, un enemigo bastante visible: el del autoritarismo cívico militar que se fue debilitando ante la derrota de Malvinas. Su cierre de ese ciclo fue “la casa está en orden, Felices Pascuas”.

Para espantarlo o neutralizarlo tuvo un remedio que fueron los Juicios de la Verdad. Contó con el acompañamiento de gran parte de la ciudadanía y lo legitimó a través del asesoramiento de la Conadep: un grupo de notables pertenecientes a los derechos humanos.

Alberto se da cuenta que su espejo es Alfonsín a quien suele nombrar, en sus discursos, mucho mas que a los líderes del Krichnerismo  Sobre todo lo tiene, en su verba, por encima de la figura de Cristina , a quien quiere colocar en un rol simplemente de “amiga que consulta”, en sus ratos libres

Para Alberto su Conadep son los científicos que día a día le fundamentan que el camino es la cuarentena, llamada dede ayer “cuarentena administrada”.

Pedro Cahn es una suerte de Ernesto Sábato, en referencia a darle validación científica a su camino, repleto de adversidades y creciente de mal humores sociales por el estancamiento de la economía.

“De un PBI uno se puede levantar pero de una mujer u hombre que muere no”, se asimila al recitado del preámbulo de Raúl Ricardo. En aquel entonces, de la salida de la noche oscura de la dictadura, había un piso donde partir sin techo hasta que los limites los impuso la economía, mediante la hiperinflación.

Alberto tiene la certeza que el techo de expectativa se le viene encima y que en el mejor de los casos quedará en la historia como el presidente que evitó un tendal de muertos por un virus que ha conmocionado al Planeta rompiendo el molde de rutinas individuales y de consumo.

A Alfonsín la economía se lo llevó puesto con un proceso disruptivo de adelantamiento del poder. Luego las heridas se lavaron con un accidente de transito y la muerte que suele curar las percepciones sesgada sobre los personajes.

Alberto gana tiempo no solo por la curva de la pandemia sino para que los acuarentenados piensen que el valor de al vida es superior a sus necesidades insatisfechas. Habrá un momento en que los dos valores serán lo mismo y chocarán.

Es decir, su norte es ser el menos perdidoso de los mandatario de la Región y luego negociar un nuevo contrato de confianza. Las elecciones de mitad de termino están tan cerca como la bancarrota de la economía.

“El estamos ganando….” de Galtieri , vociferado por un periodista amigo de época, fue tentador y sirvió a los militares para sostener la unidad, por un corto plazo.

Cientos de argentinos viven en las trincheras en sus casas, encerrados esperando al enemigo invisible,  en el mejor de los casos ambientados con confort del streaming y los snacks.

La verdadera guerra la viven en el conurbano profundo sin chocolates ni certezas de que el comandante de esta batalla los contenga por mucho tiempo más.

El presidente recorrió barriadas populares  en Lanús, como súplica de seguir aguantando al cuarentena en una economía de guerra. Por eso Alberto quiere ser Alfonsín y no Mario Benjamin Menéndez. La historia veremos si los absuelve a él y a nosotros.