El Banderazo y el 17: el desafío de Alberto es como hilvanar un hilo entre la grieta

La marcha del Día de la lealtad tuvo contundencia en las calles. Alberto se mostró otra vez anti Grieta. La ausencia de Cristina dejó dudas.

“No me siento débil, pero creo que puede ser un punto de inflexión para llamar a la reflexión a todos”, le dijo Alberto a periodistas tras el acto simbólico en la CGT sin Cristina y con un sistema virtual que no funcionó y habría sido hackeado.

Si no hubiera sido por la iniciativa de Moyano de sacar peronismo a la calle, la jornada de fortalecimiento a Alberto hubiera estado algo deslucida. En la Rosada prefieren remarcar la presencia en el acto central de todos los gobernadores, inclusive el siempre esquivo Juan Schiaretti.

¿Y Cristina? Evalúan que hubiera sido generoso de su parte dar señales más claras de apoyo. Se limitó a postear un recuerdo a Néstor. En la calle, los peronistas no encuadrados en organizaciones gremiales se lookearon con banderas y barbijos con las caras de ella y Néstor.

En la CGT y el PJ están furiosos con el consultor oficialista Javier Grosman quien les vendió la idea del acto del 17 virtual con más de 1 millón de manifestantes colgados. El sistema no estuvo a la altura de las circunstancias y antes del comienzo fue hackeado.

Alberto habló de unidad y dijo “acá no hay odios ni rencores, hay ganas de poner a la Argentina de pie”. Puertas adentro, les dio precisiones a sus interlocutores que no quiere comenzar a comparar la magnitud de las manifestaciones. Quienes lo escuchaban hubieran preferido un discurso más encendido y que entrara con más acento la marcha peronista.

El verdadero problema que tiene el presidente es que a a cada tribu que se dirige recibe una devolución de poca credibilidad o de directo rechazo.

Su definición de ser “un gobernante de la pandemia”, es seguramente su principal límite para soñar en algo muy diferente.