El Chino tendrá razones para seguir llorando

El Chino Zannini tendrá razones de peso para seguir llorando, como lo hizo en su última aparición para explicar el pago a Repsol por la expropiación, al recordar a viejos compañeros de la antigua YPF. El tema del escándalo de su número dos en la Secretaría Legal, Carlos Liuzzi, lo tendrá con el lagrimal flojo. Ya le produjo el reto de la presidenta, por la filtración, y en el gobierno se habla de “traición”, por parte del juez Federal Norberto Oyarbide, quien reconoció que suspendió un allanamiento en  la financiera de Greppi. El jueves, el Consejo de la Magistratura, abriría formalmente la investigación.En el libro El Creador, del periodista Eduardo Zanini, con una sola n, describe en pocas líneas el perfil de Liuzzi: “Los une un lejano lazo de parentesco que no tiene relevancia con las acciones de cada uno”. Comenta el periodista que a Liuzzi tiene fama de maltratador y mujeriego. Además destaca que es investigado por supuesto enriquecimiento ilícito. Al respecto, el libro hace quedar al Chino como contrafigura, “alguien que puede explicar su patrimonio”. Las lágrimas de Zannini tiene otro antecedente: cuando este era un simple diputado en Santa Cruz y renunciaba a la banca para pasar a ser ministro de la Corte Suprema provincial, lugar desde donde tejió la reelección eterna del entonces gobernador. Fue hace doce años, cuando el Chino se quebró, en medio de una sesión legislativa, despidiéndose de su “amor por la política”  y declarándose “amante del derecho”