El fiscal que imputó a Cristina tuvo un día agitado

Gerardo Pollicita tuvo un viernes 13. Muy temprano a la mañana, alrededor de las 5 de la mañana, se levantó en su casa sabiendo que iba a presentar horas más tarde una acusación contra la presidenta de la Nación, Cristina Kirchner, por supuesto encubrimiento del atentado a la AMIA. Ni bien se levantó, miró su celular, y ya tenía gran cantidad de llamados y mensajes.

Los primeros trascendidos periodísticos daban cuenta del requerimiento que iba a presentar, algo que supuestamente se había preocupado por mantener bajo siete llaves. Cuando arribó a Comodoro Py, fue sorprendido por al menos un fotógrafo, que lo “capturó”, lo cual no es un dato menor. Es muy poca conocida la imagen de Pollicita y él siempre se preocupó por tener un bajo perfil, algo que ahora le costará mantener.

Cuando llegó a su despacho, en el 5 piso, definió los últimos detalles de la presentación con su equipo de trabajo, y durante el día mantuvo encuentros con los fiscales más cercanos a él. Al borde del cierre del horario judicial, pasada las 13 horas, un empleado de la fiscalía fue el encargado de llevar el requerimiento ante el juzgado federal 3, dos pisos más abajo. Mientras se presentaba, Pollicita mantuvo con un estrecho círculo de fiscales una reunión en su despacho, tras lo cual hizo algunos llamados y apagó su teléfono para adentrarse en el fin de semana largo. Sin embargo, su atención está puesta en las repercusiones de su requerimiento contra la Presidenta y el canciller, Héctor Timerman.