El gobierno avanza en la eliminación gradual de los fondos a la Iglesia

Mientras deja bajo un paraguas la relación de frialdad con el Papa. Cómo se ve la transición hacia un Estado más laico.

Gobierno e Iglesia caminan juntos ante un cambio de paradigma de la sociedad argentina. La agenda pro abortista dejó banderas flameantes y urgentes. A los pañuelos Verdes se le sumaron los Naranjas que exigen la separación entre el Estado y la Iglesia.

Hay un dogma que los eclesiásticos no resignaron, pese a las presiones y a casos indefendibles de pedofilia dentro de la institución. Otros, más prácticos y terrenales, hacen a moverse dentro de un cambio de imagen que desde el propio Vaticano alientan.

Ya es un hecho que la cúpula eclesiástica renunciará gradualmente a los fondos que aporta el Estado. Lejos de la creencia general, estos representan tan solo el 7 % de sus ingresos. Sin embargo, los 14 millones al año se han transformado en un símbolo y una tradición molesta ante una sociedad cada vez más lejana a los valores tradicionales.

Hubo importantes avances de la mano sigilosa que fue aportando el secretario de Culto, Alfredo Miguel Abriani. Si bien la cifra no es muy determinante, a la Iglesia le significará un agujero financiero, por lo que el funcionario les brindó una idea que entusiasmó: los colegios católicos podrían cobrar una colaboración voluntaria con las cuotas mensuales que representaría un 5 por ciento en la cuota del total. La medida se comenzaría a tomar con el balance del 2020 mientras la eliminación del subsidio estatal avanza gradualmente.

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La letra chica del acuerdo se teje con un enviado de la Pastoral Social, de trabajo territorial en el  partido de San Isidro.

Algo que no se tocará son los subsidios a sus escuelas. Primero porque comprende a todos los cultos. Es un canal aliviador, de contención social de muchos pibes que la matrícula estatal no podría solo abordarlos.

La Iglesia recibe diversas fuentes de financiamiento. Las principales hoy son las donaciones y el aporte de sus fieles. Este último punto entró en peligro ya que los católicos practicantes, aportantes de la limosna en las misas ha ido mermando año tras año.

El debate es de índole mundial. Hace pocas horas tocó la puerta del Vaticano cuando la alcaldesa insinuó que las monedas de la Fontana de Trevi (anualmente más de 1 millón 700 mil dólares) dejarían de aportar a Cáritas para direccionarse a obras públicas de la ciudad histórica. El Papa resistió.

El gobierno nacional y el clero local saben que deben caminar juntos ante el cambio y la transición. Ambriani camina en puntillas sobre cierto prejuicio que tienen los popes eclesiásticos, es un hombre de confianza de el Jefe de gabinete, Marcos Peña. En el clero al cerebro de la Rosada lo reconocen como un adversario.

Hay proyectos ambiciosos que deberán esperar un posible segundo mandato. Tener un mapeo sobre los seguidores de cultos en la argentina muy desactualizado por el avance exponencial de los evangelistas, y reafirmar la libertad de Culto a través de un nuevo marco legislativo que reemplace la ley dictatorial del 78.

En términos políticos, el gobierno se acomoda a la realidad como pasa con la economía. El primer mandato no le dará soga para mucho más de lo aspiracional de tratar de acercar posiciones entre el Papa Francisco y Macri. Un segundo mandato del último y una supervivencia a las tensiones del Vaticano del Sumo Pontífice quizás´los encuentre de vuelta ante la oportunidad del encuentro.