El impuesto a la tarjeta de crédito en la Ciudad, un regalito de Reyes

Esta vez Larreta lo hizo. La justificación es que hay que rascar el fondo de la olla para obtener recursos que están siendo perjudicados por la quita de la coparticipación a nivel nacional. Los perjudicados, como siempre, la clase media, en este caso porteña.

Los consumos con tarjetas de crédito en la Ciudad de Buenos Aires comenzarán a pagar una nueva alícuota de 1,2% por impuesto de sellos, al entrar en vigencia el nuevo tributo aprobado por la Legislatura porteña el 10 de diciembre pasado.

El Impuesto a los Sellos a las tarjetas de crédito pretende recaudar $7.700 millones y consiste en un gravamen del 1,2% a las compras y débitos que se hagan por ese medio a partir de este viernes.

La base imponible de este gravamen serán todas las tarjetas de crédito bancarias, para los consumos tanto en pesos como en dólares, de todas aquellas cuentas registradas con domicilio en la Ciudad de Buenos Aires, aunque su titular resida en otra jurisdicción.

Ojo porque existe la creencia que si uno consume fuera de la ciudad no se le aplicaría ese gravamen excepcional, pero no es así ya que se le aplica a las cuentas bancarias registradas en la ciudad autónoma, sin importan donde se consuma.

La medida de Larreta fue recibida con fuertes rechazos por parte de las entidades representantes de comerciantes y de la pequeña y mediana empresa, por entender que se trata de un nuevo impuesto al consumo en momentos que se veía cierta recuperación en las ventas.

Otros costos bancarios se verán incrementados como las cajas de ahorro, la emisión de tarjetas de débito adicionales; la reposición de tarjetas de débito por robo o extravío y el uso de cajeros automáticos.

Políticamente, la medida del gobierno porteño causó nuevos roces con las autoridades nacionales, como el titular del Central,  Miguel Pesce, quien escribió una carta en la que advirtió que la Ciudad “no puede aplicar impuestos a la política monetaria”.