El juez Lijo recibió el apoyo de jueces y fiscales federales

Apenas pasadas las 7 de la mañana del viernes, Ariel Lijo firmó la resolución más difícil de su carrera judicial (lleva diez años como juez). Hizo historia, sin quererlo, al citar a indagatoria a un vicepresidente en ejercicio. A partir de ese momento, por la puerta de su despacho desfilaron decenas de periodistas, abogados y algunos conocidos. El juez fue selectivo. También se acercaron a saludarlo varios jueces y fiscales federales que tienen en sus manos decenas de casos de corrupción. Fue un fuerte gesto de respaldo interno, poco habitual en Comodoro Py.
“Hay que tener huevos para hacer lo que hizo Ariel”, justificó anteClarín un juez que tiene su despacho en el cuarto piso de Comodoro Py y bajó a media mañana del viernes para saludarlo.

Lijo sintió el mensaje de sus colegas, pero quedó más impactado con el respaldo de los empleados, propios y ajenos. Entre reuniones, un joven empleado de su juzgado le contó que se habían escuchado aplausos en los pasillos al trascender la noticia por los medios. “Fue emocionante”, se sinceró Lijo ante un colega.

Acostumbrados a tomar decisiones con fuerte impacto político, varios jueces estuvieron atentos en las últimas 48 horas a los discursos oficiales.

El más duro fue el jefe de Gabinete Jorge Capitanich. El viernes por la noche, en la mesa de 678, acusó al juez de estar influenciado por las presiones mediáticas, como si no hubiera pruebas suficientes para citar al vice. Es más, Capitanich acusó a los medios de “extorsionar a los jueces” a través de sus “sicarios mediáticos”.

La señal más contundente la dio ayer Cristina Kirchner desde Santa Cruz: no le dedicó ni una frase al vice, ni al juez, y mucho menos a la causa Ciccone.

Lijo estuvo atento a ese discurso, según confió a un hombre que habló con él ayer.

“A Boudou lo tienen que sostener, pero no por Cristina. Vendría a ser como un dique”, evaluó ayer un juez federal que no pudo pasar a saludar a Lijo porque estaba de viaje en el interior del país.

Entre las especulaciones que se hicieron el viernes, la que peor cayó en Tribunales fue la del día elegido para la indagatoria. Ocurre que el 15 de julio la Presidenta debería viajar a Brasil para la reunión de los BRICS, por lo que el vicepresidente quedaría momentáneamente al frente del Ejecutivo. La fecha, según pudo saber Clarín, se decidió a último momento.

Primero se evaluó el lunes 14, pero se descartó porque al día siguiente de la final del Mundial los empleados suelen faltar a Tribunales.

Capitanich se animó a pedirle a Lijo que adelante la indagatoria sin “esperar al Mundial”. Fuentes de la causa dijeron ayer que no hay ningún impedimento para cambiar la fecha.

“Que se presente cuando quiera”, dijo ayer una fuente que siguió con atención el proceso.

La citación de Boudou tomó por sorpresa a todo el arco político e incluso a los operadores judiciales del Gobierno.

Pero el juez ya había tomado la decisión hace mucho tiempo. Los rumores, nunca confirmados, de un posible fallo en su contra de la Sala I de la Cámara Federal, enrarecieron el clima y precipitaron los tiempos.

Lijo optó por sumar a la lista de imputados a Nicolás Ciccone y a su yerno Guillermo Reinwick. Y dejó casi abstracto el debate jurídico.

Igualmente, sigue latente el escándalo interno que involucró a los tres camaristas de la Sala I por el rumor sobre la avanzada contra el juez.

Todas las fuentes consultadas por este diario coincidieron que la resolución del Lijo es “contundente” desde el punto de vista técnico. Y que abre la puerta a una calificación más grave (el fiscal Jorge Di Lello lo imputó por negociaciones incompatibles con la función pública). ¿Por qué? Lijo dio por probado que Boudou, junto a su amigo y socio José María Núñez Carmona, habrían adquirido la imprenta Ciccone, a través de The Old Fund.

Luego de una jornada cargada de tensión, el magistrado terminó el viernes con una cena familiar.

“Fue un día horrible”, se sinceró en la intimidad.