El peligroso exitismo de creer que el G20 es la fórmula de la felicidad

Típico de nuestra sociedad bipolar, del fracaso de organizar un partido pasamos a la creencia que la Cumbre nos dará una lluvia de inversiones.

El G20 puede parecer la sigla de un complejo vitamínico pero resulta ser un escenario de entramado de poder que la Argentina toma circunstancialmente como un cuento de cenicienta.

Se irán pronto los líderes mundiales que manejan los principales PBI, y las realidades coyunturales volverán a azotar, con marchas y ajustes.

Pareció de otro país la “prolijidad” de la protesta anti cumbre, con un vallado de varias manzanas que protegió el edificio del Congreso.

Mismo escenario de trifulcas y piedrazos constantes cuando se tratan las leyes de la nación.

La ceremonia artística de gala en el Teatro Colón emocionó hasta las lágrimas al presidente, quien vaya saber por qué no le fluyeron lágrimas en otros desafíos de lo que va de su despareja gestión.

¿Fue la presión acumulada en un difícil año transformada en una explosión de emociones?

https://youtu.be/3HxXQv-a5tU

El grito “Argentina, Argentina …!!” ha servido siempre para nuestra resilencia sin objetivos claros. Sabemos que podemos, que tenemos potencial, pero después nos come la Grieta.

Es muy probable que el G20, en términos de sus conclusiones, deje varios baches conceptuales y nuevos interrogantes de un planeta sumamente complejo.

La llamada guerra comercial entre EEUU y China es un ejemplo de esto. Argentina quedó en el medio de esos dos fuegos. El canciller Faurie debió hacerse de subterfugios para decir que no escuchó decir a la vocera de Trump en la reunión bilateral con Macri que China es una economía “depredadora”.

El presidente, con su silencio, avaló esa conceptualización peligrosa en una momento que el país tiene mayores expectativas de inversiones Chinas que norteamericanas.

Está claro que Macri también debe rendir honores al apoyo crucial que dio Trump para que el FMI prestara plata.

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Los días G20 fueron de un clima Mundialista. Nos mostramos racionales y receptivos. Los países que cuidan su Marca país aprovechan el contracto con otras naciones para luego continuar sembrando. ¿Será nuestro caso?

El mismo gobierno admite que Argentina toma por prestado un escenario que le queda muy lejano por geografía y tenor temático, de debates diametralmente diferentes del día al día mas allá de la bendita globalización.

Con humildad y menos gritos patrioteros siempre sería más fácil no caer en nuevas decepciones.