El regreso de Kelly Olmos, una peronista en permanente mutación

Es considerada una histórica dentro del justicialismo porteño. Llegó como una forma de resistencia de Alberto bajo la tutela del vice jefe de gabinete.

Y un día volvió Kelly Olmos a las ligas mayores del peronismo. Siempre estuvo mutando en ese deporte nacional del buen peronista, que es plegarse al movimientismo y lucir un gran poder de adaptación. La dirigente es una capa histórica del PJ porteño. Ese que se acostumbra a participar para perder en un distrito claramente anti peronista.

Alberto la convocó para el reemplazo de su amigo Claudio Moroni, sacrificado en pos de calmar las aguas con el kirchnerismo duro. Sin embargo, abrió un frente de mayores dudas en el ambito sindical que esperaban otro tipo de perfil en la designación, como por ejemplo el regreso de Carlos Tomada.

Kelly tiene pasta territorial pero ningún expertice en el tema laboral.

Como la foto de cabecera lo demuestra, Kelly fue menemista y pasó por todos los oficialismos reinantes que le tocó gobernar al peronismo. Actualemente es cercana a Alberto a través del vice Jefe de gabinete, Juan Manuel Olmos.

Su historia de militante juvenil pasó por Guardia de Hierro. Supo trabajar al lado de Carlos Corach y Jorge Dominguez.  Llegó a militar con Guillermo Moreno. A la vez integró los equipos del puntano Javier Mouriño, ex titular del IOMA. En la ciudad, pese a su tinte de ortodoxia peronista, acompañó todas las intentonas de Daniel Filmus.

Su nombramiento como el de las otras ministras se entiende como una última barra de resitencia, que se traduce en “si me sacan los míos, vuelvo a poner los propios”.

Si es verdad que Alberto no consultó con Cristina, se viene días ruidosos en el Frente de Todos.

Al ser convocada por el presidente, Kelly “la volutariosa”, manifestó: “No puede haber un mayor compromiso que colaborar con un gobierno que considero nuestro”.