El salario emocional empuja al salario real en medio una tormenta perfecta

El nuevo concepto en el campo laboral se impone en medio de las pandemia. En tanto crece la preocupación por el ausentismo.

El trabajador no agremiado atraviesa la tormenta perfecta de la inflación con una palmada en las espalda que los consultores del marketing laboral han bautizado “salario emocional”.

Son aquellos recursos de tipo no financiero que acuden como salvavidas para que el laburante postergue sus ganancias reales a cambio de beneficios específicos.

Por ejemplo, vouchers de compra o flexibilidad en horarios o ámbitos de trabajo. La pandemia profundizó en estos dos últimos años este método de negociación con los empleados en los  Departamentos de Recursos Humanos.

En el trabajador del segmento más joven, y en los nuevos empleos, el salario emocional empuja al salario real a contra marea de una inflación anual del 50%.

Según un relevamiento privado, más del 60% de los trabajadores privados priorizan los beneficios emocionales por encima del económico.

Vanesa Boulet, Talent Manager de Eventbrite, destaca que muchos empleados priorizan la flexibilidad horaria y que eso termina tallando a favor en su rendimiento.

Desde el campo sindical ven nociva esta herramienta y sostiene que la gente quiere plata en la mano y estabilidad. Por ejemplo, desde el sindicato de los Bancarios prefieren hablar de “salario diferido”. Son beneficios calificados por encima de un buen salario (es uno de los pocos sindicatos que le gana a la inflación en su paritaria), con por ejemplo una obra social de excelencia.

“Vos dama plata y yi elijo donde la gasto, que compro y que gusto me puedo llegar a dar”, cuenta una fuente sindical.

El crecimiento del ausentismo laboral, producto de la tercera ola del covid, está preocupando mucho en plantas industriales y Pymes, que olfatean un 2022 sumamente complicado en el marco laboral. Con salarios pauperizdos, un problema real de creación de nuevos empleos, los clase media no sindicalizada tendrían como soga la propuesta de un salario emocional, polémico, pero que vino a ser un canje real en las mesas de negociaciones.