Fantino propuso la intervención del Estado en el sistema de salud

Una redistribución de la riqueza aplicada a los terapistas en la primera línea de combate, es la osada propuesta del conductor.

La segunda ola de coronavirus expuso los límites del Estado para ampliar el sistema sanitario: por más que sume unidades de terapia intensiva (UTI o UCI), no puede hacer lo mismo con los terapistas. Eso queda a voluntad de cada estudiante de medicina cuando elige una orientación durante su larga carrera.

En consecuencia, como demuestra la situación en los hospitales y clínicas públicas y privadas, la Argentina tiene camas, tiene oxígeno, tiene sedante para intubación, pero cada vez tiene menos terapistas disponibles para atender a aquellos pacientes contagiados con síntomas fuertes.

Si la regla es que haya un terapista cada seis pacientes en unidades de terapia intensiva, la realidad muestra que por el coronavirus esa ecuación quedó en uno cada nueve o incluso cada doce, según informó el médico cirujano Jorge Iapichino en Fantino a la tarde.

Según contó Iapichino, un terapista recién recibido gana 90 mil pesos por mes, pero muchos hacen una diferencia con las guardias de 24 horas: “Para hablar claro, un terapista es un tipo que se gasta en muy pocos años por el stress porque aunque tengan descanso piensan cómo todo el día hacer para que sus pacientes no se mueran”.

Por el stress continuo de la profesión, los terapistas se “retiran” en promedio a los 15 años de antigüedad de las UTI para terminar sus días como médicos en otras áreas menos desgastantes.

Pero mientras trabajan como terapistas, buscan desempeñarse en los lugares donde mejor les paguen, generalmente en el sector privado. Eso provoca que algunos hospitales tengan pocos terapistas y algunas clínicas, muchos.

Para que eso no suceda, al menos en pandemia, Alejandro Fantino propuso que el Estado intervenga el sistema de salud para que no falten terapistas en los hospitales o clínicas que no puedan pagar esos recursos como sí lo hacen los principales centros de salud de la Argentina.

Una redistribución de la riqueza aplicada a los terapistas en la primera línea de combate.