Copa América: un berretín de Alberto ante la segunda ola fulminante

El viernes se termina de definir la organización. Nuevos recorre de contagios. Presiones, antojos y evasivas. Estados Unidos aparece como alternativa.

Una cena que puede salir cara. Alberto invitó a  a Olivos al presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez , para cerrar detalles de la Copa, en un país sacudido día a día por los muertos del Covid. La tentación es grande: darle una alegría al pueblo argentino antes de las elecciones , quizás la única que pueda tener en el año en curso.

El presidente insiste con el capricho de que Argentina sea el único país organizador de la Copa América, después que bajaran a Colombia sumido en una profunda crisis socio política. La foto de la pandemia indica un nuevo récord de 40 mil casos de contagios, en las ultimas 24 horas.

Si bien sería sin público, los fans de Messi y los suyos tendrían una válvula de escape callejero similar a las imágenes de duelo y dolor, pero descontrol pandémico, del velatorio de Maradona en la Rosada.

Es imaginable que los hinchas de los países invitados quieran viajar  para estar más cerca del acontecimiento y a la vez los jugadores vengan con el virus, como pasó en planteles de la Copa Libertadores. “El futbol no contagia termina siendo una verdad a medias tanto como que las clases presenciales son inocuas al virus”.

Hasta la alinearon, al discurso futbolero, a la ministro Carla Vizzotti, quien a regañadientes susurró un apoyo para avanzar en la organización de la Copa continental con “estrictos protocolos”.

Santiago Cafiero expresó, tras la cena de la pelota, que 2el fútbol genera cero riesgo epidemiológico”…. y entonces ¿por que postergaron por una semana las semi finales del campeonato local? El gobierno va en esto como un arriero de Marcelo Bielsa, puro vértigo, dejando una defensa endeble.

El delirio tiene varias puntas: ¿Quién debería ser  garantía del cumplimiento de los protocolos? ¿El estado nacional, la Conmebol , los países participantes (en total 9)? Poco parece importar esto a los intereses económicos dominantes.

Dominguez, economista paraguayo, gobierna la Conmebol desde 2016, como si fuera un jefe de estado. Economista. el paraguayo tomó medidas insólitas como ofrecer vacunas a los jugadores de la región por afuera de los planes oficiales de los gobiernos. En esa el gobierno argentino lo cruzó pero ahora hay coincidencias de deseos y ambiciones compartidas.

Cada uno atiende su juego. Sin embargo, hay una pelusa aún no resuelta. Dominguez quiere eximir de todo tipo de gasto impositivo a la organización que dirige. Son cerca de 8 millones de dólares que debería desembolsar para poner la pelota en marcha. La Confederación Sudamericana de fútbol sopesa ese salvataje por estar impedido de recaudar en los partidos ya que se jugaría sin público. 30 millones de dólares es la cuenta que puso sobre la mesa Dominguez que se privaran de recaudar en el negocio.

La funcionaria que debió escuchar el tire de mangas fue la titular de la AFIP, Marcó del Pont, la misma que promete embargar a grandes fortunas locales sino cumplen con el impuesto a la riqueza.

Paradojal igual. El gobierno escracha a Tévez por negarse a pagar el impuesto a la riqueza pero a Dominguez le podría la alfombra roja para sus pretensiones.

El gobierno escracha a Tévez por negarse a pagar el impuesto a la riqueza pero a Dominguez le podría la alfombra roja para sus pretensiones.

Dominguez hasta se tiró un lance sobre la seguridad del mega evento. Pretendia que la cuestión del gasto de la logística de cuidar de las selecciones participantes corrieran por parte del estado argentino. A eso , con sensatez, se le dijo que no.

El Frente de Todos está dividido también en este frente futbolero. Kicillof y los suyos de mesa chica, creen  que es un verdadero error insistir en esta organización, ante los números sanitarios vigentes. Si se llegara a caer Argentina , EEUU aparece como una alternativa.

Colapso y fútbol muchas veces fueron de la mano . El segundo como una anestesia momentánea puede obtener el rédito de un gol agónico en tiempo de descuento.