La sinfonía del poli amor político en tiempo de coronavirus

Alberto, Larreta, Kicillof y Cristina componen un tiempo de tregua táctica, donde entrar en campaña tiene su alto costo político. La eterna cuarentena atenta contra el equilibrio.

Hubo un tiempo en que se necesitaban dos para bailar un vals. La cultura monogámica entró en crisis no solo en las relaciones de pareja sino en la mismísima política . Los consensos son mas frágiles y lucen pragmáticos para sortear las extremas dificultades del tiempo de coronavirus. Amar para siempre fue reemplazado por gozar el instante.

Claro que entendiendo la llamada “borocotización” o transfuguismo político, como un antecedente de relaciones más libres en la asociación de intereses, los dirigentes locales vienen haciendo escuela en el poli amor que ahora se cristaliza como cuasi política de Estado, en el centro del actual poder.

En la última conferencia de prensa por la prórroga de la cuarentena, Alberto debió hacer un fino y, por momentos, complicado equilibrio entre sus dos “amores” visibles.

Larreta es la pareja de concordancia, colaborativo ese que siempre tiene una palabra de aliento. Aquel del “que necesitas querido” o que traga saliva cuando algo le disgusta, para evitar peleas innecesarias.

Una vez más debió asistir a un pelotón de fusilamiento a la gestión macrista de la anterior administración nacional, y hasta orejear comparaciones antipáticas de cómo el virus avanza en la Ciudad y el AMBA, pareciera quedar como una víctima de desidias, mal atendidas en las villas porteñas.

Áxel, en cambio, es el amante demandante que reclama atención permanente. Levanta la voz y habla demasiado a consideración del socio mayoritario del poli amor de la cuarentena. Sus escenas de celos cuando Alberto llama por el norme de pila al jefe de gobierno porteño son ostensibles.

Áxel, en cambio,  es el amante demandante que reclama atención permanente. Levanta la voz y habla demasiado a consideración del socio mayoritario de el poli amor de la cuarentena. Sus escenas de celos cuando Alberto llama por el norme de pila al jefe de gobierno porteño son ostensibles.

Cristina maneja el pulso del discurso del gobernador bonaerense, a la distancia, con excelsa estrategia. Favorecida por el río revuelto, ha podido neutralizar sus problemas judiciales, y ha dado señales de ir avanzando en cuestiones de Estado: reforma judicial y cajas poderosas como la ANSES.

CFK sería la vouyerista del grupo poli amor: mira atenta, interfiere solo cuando es necesario y acumula goces para cuando todo se vuelva competencia,

En este poli amor, Cristina entra y sale. Sabe que quien capitaliza las encuestas es Alberto pero también intuye que comenzará a pagar cotos políticos inevitables del parate económico.

CFK sería la vouyerista del grupo poli amor,  Mira atenta , interfiere solo cuando es necesario y acumula goces para cuando todo se vuelva competencia,

 

Beatriz Sarlo, como intelectual cabal, admitió que cometió un error de lectura del rol que iba a tener la ex presidente en el tándem de poder. “Creí que era posible conformar a la dama con menos de lo que tiene este gobierno y no fue posible”, dijo.

Cristina no solo guarda para si el discurso de la resistencia épica al neoliberalismo sino que avanza sobre proyectos que comenzaron a inquietar a el circulo rojo como impuesto a la riqueza y hasta intervención en empresas privadas, tomando acciones a cambio de ayuda económica.

La famosa curva de contagios y la misión de evitar una oleada de muertos mantiene cierto equilibrio en el poker de cuatro, aunque los medios y objetivos finales sean, cerca de la futura “nueva normalidad”, muy distintos. Amor en tiempos de Corona, es amor a la larga tóxico y finito.