Un aniversario que pone el faro en buscar acuerdos entre Macri y Alberto

El aniversario de un cuarto de siglo de la Reforma Constitucional de 1994 permite buscar un ejemplo anti Grieta. ¿Podrán estos actuales protagonistas acordar como Alfonsín y Menem?

Todavía se discutirá, mucho tiempo, sobre los beneficios y cuestiones inconclusas que dejó la Reforma de 1994. Lo cierto es que tras un primer acuerdo político de dos líderes como Alfonsín y Menem, durante 3 meses, 305 Convencionales con distintas ideas, credos y objetivos, pudieron conseguir un núcleo de coincidencias básicas.

Para el Peronismo significó la continuidad, vía la reelección, mientras que la oposición obtuvo una matriz de contralor del sistema, que por supuesto la sangrienta realidad del 2001 la puso a prueba, mostrando que su marca hiperpresidencialista ha sido contraproducente.

Sin embargo, la foto de todo un sistema político acordando políticas de estado, termina siendo un cuerpo extraño en este presente de Grieta y fractura social.

Unos de sus constituyentes, el actual Ministro de la Corte Horacio Rosatti recordó, con motivo del aniversario, aquellos días con nostalgia, apuntando a la necesidad de llegar a un sistema de acuerdos básicos en la actual “transición”.

Traer esto a la actualidad de un presidente débil y de un dirigente que apenas ganó una primaria, pero ya ocupa el centro del poder, puede servir como debate a buscarle una salida a la encerrona tras las PASO.

Si a esto se le agrega que quien parece ser “dueña” de los votos sería vice presidenta, la situación se torna compleja e inédita.

En el bunker de Alberto, niegan hablar de cogobierno. Prefieren consolidar la expectativa con una mejor elección en octubre.

En el Malba, el circulo rojo alumbró la figura del ganador de las primarias y acompañó, con un clima de despedida, al actual presidente quien se comportó como “un chico caprichoso”, según referentes empresarios.

El Pacto de nuevas coincidencias básicas tendría que constar de dos fases: trazar reglas de juego de como garantizar un juego limpio en la competencia y por otro lado ir pautando políticas económicas que persistan en el arranque del próximo gobierno. En palabras de Melconián, es acordar la transición económica.

En la ultima semana, se vio por el contrario a un presidente anunciando medidas y a gobernadores de otro signo político, refutándolas y hasta presentando amparos en la Corte. Varios ministro del Alto Tribunal refunfuñaron por el regalo.

Ni siquiera pusieron ganas por una foto conjunta como gesto en el cónclave empresario. Cuidaron no cruzarse, cronometrando sus relojes. “¿Es utópico que juntos se reúnan con la misión del FMI, pronta a llegar?”

Aquellos años, de la primera década de Democracia, tenían dos partidos fuertes y dos líderes que supieron encontrar los límites ante el peligro de la ruptura del contrato social. A veces objetivos personales de poder pueden abrir intereses generales, si se sabe frotar la lámpara.

Con un acuerdo inteligente entre Macri y Alberto, el primero podría concretar finalizar su mandato exhibiendo ser el primer presidente no peronista que llega a una meta institucional, y el segundo empoderarse sin quemar naves antes de tiempo.