Los cheques de Lazaro Báez pasaban por la financiera “La Rosadita”

La ruta del dinero K tenía otro circuito, además del que volaba en aviones y terminaba en cuentas de sociedades off shore. En los meses previos al escándalo, varios proveedores de las empresas de Lázaro Báez pasaron por la financiera SGI, vinculada a su entorno. ¿Por qué?. “Los contadores entregaban cheques a 60 a 90 días y el que necesitaba el efectivo urgente lo descontaba en Buenos Aires”, explicó una fuente empresaria. En la jerga financiera, descontar significa cambiar los cheques por efectivo a cambio de una comisión. En la financiera de Puerto Madero conocida como “La Rosadita” , se cobró hasta 30% en esas operatorias, una tasa fuera de lo normal. “De esa manera lograban una quita del 30% sobre las deudas de Austral”, graficó la misma fuente. La maniobra se hizo con cheques de Austral Construcciones, Kan y Costilla, y Gotti, por montos superiores a los $100 mil. Uno de los que firmaba los cheques era el contador Claudio Bustos, del riñón de Daniel Pérez Gadín, el verdadero cerebro financiero de Báez. “El Gordo emitía los pagos muy abiertos porque decía que le faltaba plata”, reveló un empresario de Santa Cruz que no vive en Río Gallegos. Clarín reveló hace una semana que Austral Construcciones, pese a ser la principal adjudicataria de la obra pública en Santa Cruz, recurrió en los últimos años a distintos mecanismos financieros para cubrir supuestas pérdidas. Al menos dos proveedores le confirmaron a Clarín que desde esa empresa se “fomentaba” la financiera ubicada en el edificio Madero Center. “Cuanto más lejos era plazo del cheque, más tasa y más comisiones”, resumió uno de los perjudicados. Otro de los empresarios admitió que durante los últimos meses recibió cheques con un plazo de cobro de hasta cinco meses. “Eran muy difícil de aguantarlos”, admitió. La financiera fue vendida en 2011 por Federico Elaskar a la misteriosa Helvetic Service Group, una empresa suiza constituida en 2005. La operación se habría hecho en $2,5 millones. Varias fuentes involucradas en el escándalo denunciaron que el verdadero dueño de SGI es Pérez Gadín quien, según Elaskar, lo amenazó de muerte en medio de las negociaciones. “Pérez Gadín les generaba la necesidad a los proveedores y luego fabricó la solución”, graficó ante Clarín uno de los empresarios.