Los intendentes del PJ recelan de Kicillof pero se entregan a la suerte sin plan “V”

La jugada táctica de Cristina les dio vuelta la estrategia y quedaron en el puño de Máximo y La Cámpora.

Áxel Kicillof tomó una verdadera maestría de la provincia de Buenos Aires siendo porteño autóctono. Tiene tesón y cancha aunque sus detractores internos dicen que “le falta conurbano”.

Tarde se fiaron los Barones de los distritos clave de la provincia. El “marxista”, según la retrógrada mirada de Pichetto, es una realidad en el que la oposición deposita la esperanza de destronar a Vidal.

El momento de plantarse era el año pasado. Al que asomaba como líder del sector, Martín Insaurralde, le faltó coraje y personalidad y hasta quedó enredado en guiños al llamado peronismo “racional”.

Cuentan que el fallecido Alberto Balestrini fue el último que se le plantó a los Kirchner. Fue cuando Néstor, recorriendo sus primeros meses como presidente lo llamó y le dijo: “Hablalo con Cristina yo no la puedo convencer”. El juego cínico lo entendió enseguida el ex líder matancero. Llamó y tajante le dijo: “Me bajo y voy como candidato a intendente…”.

La ex presidenta debió ceder y confirmarlo como candidato a vicegobernador, cuando pretendía ubicar allí a un agente cercano.

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Los intendentes del PJ entienden que es tarde para la queja y los recuerdos. Su planteo en la previa, durante todo el 2018, era que si Cristina pretendía volver las condiciones serían diferentes. El gobierno de Scioli fue de su staff de implantes porteños, que desconocieron las necesidades bonaerenses.

La jugada táctica de Cristina, bajando al segundo escalón de la fórmula y ubicando al aspirante de la moderación, Alberto Fernández, les dio vuelta la estrategia y quedaron en el puño de Máximo y La Cámpora.

¿Ahora?  A caminar la provincia y tratar de ganar.  A el economista lo ven como un “buen tipo” pero a la vez como “un pájaro raro”. Familiero y trasparente, prefiere evitar las tertulias nocturnas a la que los curtidos intendentes lo invitan. Confían sobre todo en la contención de los votos del pobrerío, con la cintura de Magario.

En los próximos días , Áxel tendrá que rendir otras bolillas de conurbano. Es rubio y de ojos claros, casi otro “Heidi” , pero esta vez canta la marcha.