Macri sigue la crisis por los 44 como Piñera lo hizo con los 33

Los puntos en común entre los mineros chilenos y nuestros submarinistas.

El Ministro de Defensa Oscar Aguad nunca habló tanto con el presidente Macri como en los últimos seis días. Es que la crisis del Submarino ARA San Juan, con los 44 compatriotas desaparecidos en las profundidades del mar, le pegó muy fuerte al presidente.

La crisis de los 33 mineros que Piñera se calzó con un liderazgo que el propio Macri ahora toma como ejemplo, duró 70 días. Todos fueron rescatados con vida y el presidente chileno, que ahora peleará un complicado regreso en segunda vuelta, capitalizó la unidad del pueblo detrás de una causa nacional. Fue épico.

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Cuando Macri decidió concentrarse en la base de Mar del Plata, dando la cara con los familiares de los submarinistas, ¿habrá imaginado también un final épico?. Las circunstancias y los contextos son muy diferentes.

Desde el día 1 del derrumbe en la mina del desierto de Atacama, las autoridades chilenas tuvieron pruebas de vida, mensajes que provenían de las profundidades de la tierra, a 720 metros de profundidad. Eso hizo que siempre el cielo estuviera al alcance.

En cambio, el Aras San Juan no se sabe a ciencias ciertas a qué profundidad quedó extraviado, en un mar traicionero que no le dio tregua a los rescatistas. La última comunicación fue el miércoles pasado, en la que el capitán denunció una avería de un sector de baterías, algo que la Armada no le da por ahora una importancia determinante en lo sucedido.

Siguiendo el protocolo de la clasificación de las etapas de la crisis, la Armada terminó aceptando la ayuda internacional de buques de alta tecnología como el Poseidón de los EE.UU. Chile, con toda la historia de relaciones bilaterales ásperas, tampoco dudó en brindar ayuda. Así y todo, con toda la carne en el asador, hasta ahora el resultado es nulo.

En el Chile del 2010, la noticia provino de una realidad material: la explosión y el derrumbe de una mina. Lo del submarino argentino, se supo de su problema a través de una filtración proveniente de una interna dentro de la Armada. Alguien adelantó 20 minutos la instalación de la crisis cuando oficialmente ya se preparaba un comunicado.

Los medios de comunicación chilenos cohesionaron fuerzas con el estado y lo vivieron como una guerra. En nuestro país, la Grieta siguió vivita y coleando y las especulaciones de “especialistas” en submarinos generaron falsas noticias que no ayudaron a mantener tranquilas a las familias.

El cierto que no todo fueron rosas en la crisis con buen final que tuvo Piñera, ya que luego del exitismo por el rescate provino el debate sobre las condiciones de trabajo y de vida de los mineros. ¿El accidente se podría haber evitado? ¿Fue una trampa mortal?

Las mismas preguntas sobrevienen por adelantado en la versión argenta. Es posible que si el final no sea el esperado, recrudecerán pases de factura sobre la política de Defensa y las Fuerzas Armadas.

Es probable que el diezmado presupuesto de las FFAA no colabore en la reacción ante una circunstancia sin precedentes en la marina argentina. Los 44 saben de las adversidades y que el reconocimiento llega tarde, pero su vocación es más fuerte. Estaban vigilando nuestras costas para evitar la depredación marítima. Un consuelo en tiempos de paz y vacas flacas.

Macri podría aprovechar esta crisis para un replanteo profundo de la política en Defensa. No parece ser ideal el contexto de ajuste en áreas del Estado para tomar esa determinación. Los líderes muestran atrevimiento y hacen la diferencia.