Murió el último gran “operador” del peronismo

Juan Carlos Mazzón, “el Chueco, no será recordado en una calle ni quizás tenga placa homenaje, pero para la entrañas del peronismo se fue su último gran operador. Murió repentinamente mientras trabajaba en una oficina prestada, ya que Cristina lo había echado meses atrás de la Casa Rosada. ¿Por qué ese descenlance?

Muy sencillo: su abierta cercanía en la campaña de Daniel Scioli, cuando este todavía no era bendencido. El  “Chueco” era de hablar pausado y de lengua entreverada. Atendía a todos, hasta periodistas del Grupo Clarín, otra bronca que le producía a la presidenta.

En los tiempos de Néstor, tuvo una oficina oscura, lejos del calorcito del sillón de Rivadavia, pero el ex presidente siempre lo llamaba de la privada cuando las papas quemaban. Sus charlas eran ignoradas por Cristina que ya en esos tiempos lo prefería lejos.

Cuando murió Kirchner, le dijo a un periodista: “Lo voy a extrañar pero también estoy aliviado”. Se entendía por cómo lo consumía día y noche las exigencias del Pinguino. A veces decía que no estaba y Néstor se enfurecía al descubrir la trampa.

Scioli obedeció la decisión de Cristina y lo irradió del bunker de campaña. Sin embargo, nunca lo dejó de consultar. Horas después de su muerte, tuiteó: “Despido con profundo dolor y gratitud a Juan Carlos Chueco Mazzón, gran compañero y referente histórico del movimiento nacional justicialista”.

Se mantuvo siempre fiel al que mandaba en el partido. Desde la democracia Menem, Duhalde y Néstor, como grandes líderes. Se fue un representante de una raza en extinción, que los gurúes y candidatos mediáticos no podrán reemplazar fácilemtente. Polémico, pícaro y voraz como el peronismo. Siempre decía al despedir al alguien: “No diga que estuvo conmigo”. Quizás si pudiera escribir su propia muerte trataría de pasar desapercibido.