¿Nació el gobierno antigrieta o el de la venganza de Cristina?

En el discurso de Alberto, y hasta su gestualidad, todo es búsqueda de consensos y unidad. Sin embargo, Cristina intervino con un discurso confrontativo.

¿Es un gobienro bipolar o de unidad? Las diferentes instancias de envoltura institucional que tuvo el debut de Alberto tuvieron contrastes llamativos a analizar.

En el discurso ante la Asamblea Legislativa, Alberto tuvo la impronta de un Alfonsín prometiendo salir de la noche más oscura, ya no la de la Dictadura sino la de la Grieta. Hasta su look con anteojo a lo Ghandi colaboraron para proyectar ese deseo de argentinos de buena madera.

Cómo no creerle si ha sido su leimotiv de campaña y si bien su pasado lo envolvió en los radicalizados discursos kirchneristas nunca compró del todo ese modelo de confrontación permanente. Su desafío como presidente es sortear esos fantasmas. Exorcizarlos será estresante teniendo al lado a Cristina.

La simbología de la liturgia peronista del regreso eterno volvió recargado. Si bien a Macri no lo insultaron en masa, ya que el propio Alberto gesticuló pidiendo calma, la marcha partidaria y la locutora militante opacaron una ceremonia que estuvo contaminada de viejas formas de comunicación viciada de partidismo.

Decir “el gobierno de unidad de los argentinos” es tan jactancioso como peligroso. ¿Unidad para bajar agresiones o para homogeneizar el debate, siempre sano bien conducido en democracia?

De todas maneras, las palabras oficiales del presidente debutante tienen crédito hasta que los hechos demuestren lo contrario.

Es de esperar que tan crucial anuncio como es la intervención de la AFI (Agencia Federal de Inteligencia) tenga resultados concretos y evite daños colaterales ya probados en otros intentos reformistas sin cohesión política.

Sacudir la jaula de espías extorsionadores y al servicio de operaciones de jueces y políticos, debe tener medidas certeras e inflexibles de arranque, sino las fieras se transforman en ingobernables como muchas veces ocurrió con la policía bonaerense. Aún es un misterio quien liderará esa intervención a los servicio de Inteligencia y sus oscuros montos reservados. Pensar que un “amigo personal”, sin pergaminos en la materia, sería un pecado de soberbia.

La Reforma judicial que enviará al Congreso es todavía una incógnita. Historias recientes demuestran que mucha medidas bien intencionadas pierden control cuando las invade la ideología.

Cristina vigila todo, desde los gestos hasta el discurso ante la multitud en Plaza de Mayo. Se permitió hacerle una recomendación al flamante primer mandatario, cuando le pidió que no se deje influir por la tapa de un diario sino que escuche al Pueblo.

Como un hincha de fútbol, y cultor de autores que estudiaron los efectos de los fenómenos masivos ante el sujeto, Alberto habrá advertido que su tono conciliador de la Asamblea se contagió de una nota bullanguera ante el juego de dueto con la vice electa.

Siempre se ha dicho que gobernar es otra cosa. El presidente debería encontrar rápido el norte de la economía para vitalizarse en un perfilamiento de autonomía de la partera de la nueva coalición gobernante.

Tanto cuidado que tuvo en su discurso inaugural, marcado por ejemplo al evitar mencionar la palabra aborto cuando se comprometió a luchar por los derechos de las cuestiones de género, lo descoloreó al atribuirle todos los males de la sociedad a una justicia  “contaminada por operadores judiciales, por procedimientos oscuros y por linchamientos mediáticos”.

La Reforma judicial que enviará al Congreso es todavía una incógnita. Historias recientes demuestran que muchas medidas bien intencionadas pierde control cuando las invade la ideología. Ley de Medios para destruir a un medio es el mejor ejemplo. ¿En este caso será una reforma judicial para vengarse de jueces que metieron presos a dirigentes y empresarios K?

No hay Democracia sin pan. Tampoco Democracia sin procedimientos institucionales.