¿Por qué a Alberto lo negaba y a Massa lo alumbra ?

La foto que se sacó Cristina con Massa en su despacho habla mucho de lo que vino pasando en el gobierno. No anticipa cómo terminará.

El mismo día que Cristina era vapuleada por el  inicio del alegato del fiscal Diego Luciani, la vice presidenta sentaba en su despacho del Senado a Sergio Tomás Massa para alumbrarle el camino. La coincidencia aplica a una doble oportunidad.

La primera fue tratar de discutir la tapa de los medios con el caos de la supuesta corrupción en la obra pública kirchnerista, pero quizás la más importante fuera re significar el arranque del “Super Ministro” en esta nueva etapa de la crisis.

La foto de Cristina, sonriendo, como si ese día nada hubiera pasado, contrastó con el rostro demacrado del presidente tomandole juramento a uno de sus nuevos funcionarios del gabinete, que ni siquiera pudo elegir.

A las desgracias hay personas que le ponen su resiliencia y otras que se desmoronan.  El rostro presidencial fue de un hombre derruido. En esto también se miden los liderazgos.

Cristina ha sido devastadora con él y sus errores de cálculo. Le negó cualquier tipo de apoyo público  a los intentos de reordenar la economía que tuvo con tibiesa el presidente, y le fue comiendo una a una las fichas del tablero.

Cada vez que Alberto quiso instalar cierta cohesión en la cúpula de la coalición, Cristina lo salió a cruzar evitando pagar costos de medidas impopulares. En la entones privadas que mantuvieron nunca hubo fotos.

Cristina, quizás por su afinidad con China, es una jugadora de Go más que del ajedrez político. En el Go gana quien acorrala y obtiene la rendición del oponente, a diferencia del ajedrez no existe un jaque mate.

La desmentida de Gabriela Cerruti sobre qué el primer mandatario no tendría de inquilino en la residencia presidencial  al compositor Gustavo Santaolalla con la intención de grabar un trabajo musical, es un alivio después de todo.

La gran incógnita del re lanzamiento del gobierno es como funcionará, en los hechos, esta sociedad Cristina – Massa , una vez que el ex titular de la Cámara de diputados se siente en el sillón de una suerte de primer ministro a la europea, en medio de un volcán de problemas bien sudamericanos.

Ellos nunca tuvieron una afinidad real. Massa la enfrentó en la elección legislativa del 2013 , en un fiebre republicana pasajera. La ex presidenta es memoriosa de los comentarios de pasillo sobre su ex jefe de gabinete quien quedó expuesto en los documentos de Wikileaks, de charlas de quincho en la embajada norteamericana.

Ingenuo, un diputado radical le exclamó, en la sesión preparatoria para la asunción de Cecilia Moreau (la reemplazante de Massa en la presidencia de la Cámara Baja), que renuncie a futuro a una candidatura presidencial , suponiendo que logre normalizar las cosas en un par de meses.

Ningún político de raza lo haría y menos un enfermo de la ambición como el ex intendente de Tigre. El pedido expone cierta ingenuidad opositora.

Cristina, es siempre una incógnita sobre cuál será su próximo movimiento. ¿ Se conformará con posibles garantías de quedar libre de culpas en las causas que le sigue la justicia o su naturaleza será siempre buscar el poder, a cualquier precio? Jugar al Go o al ajedrez , sea verá quién entiende mejor su juego, en la instancia de un presidente intervenido.

Horacio Caride