El problema de no ser “Matarreyes” que comparten Alberto y Larreta

Ambos tiene un mismo asunto político por resolver que los marcan en sus límites y ambiciones.

En la exitosa adaptación de la novela Canción de Hielo y Fuego, Game of Thrones, hay un personaje clave en la lucha de poder entre reinos. Se llama Jaime Lannister. Es apodado el Matarreyes.

Lannister mató a un rey al que le juró fidelidad eterna. En ese caso lo hizo por amor a su hermana con la que mantenía una relación incestuosa.

No vale la pena seguir en detalles sobre esta serie que atrapó a un gran público y de la que confesó Cristina que también tenia un personaje favorito, Daenerys Targaryen, con sus Dragones asesinos.

La novela viene a cuento que Alberto y Horacio cargan juntos con un mismo problema: “no mataron a los reyes”. Por supuesto que debió ser con astucia política pero también con una fuerte determinación. Enfrente tienen dos actores políticos que no regalan nada y quiere seguir siendo los protagonistas de al menos los próximos diez años de la vida política nacional.

Veamos sino el problema de Alberto. El presidente creyó que con solo un bastón de mando y acariciando a Dylan en Olivos , los planetas se alinearían a su favor. Llegó un tema mundial disruptivo como la Pandemia a la que no le vamos a cargas, pero eso desnudó todas sus falencias como presunto líder de un proyecto.

Asumió desde el arranque que es un presidente condicionado por su creadora. El loteo de poder paso a ser asimétrico con la aceleración de la crisis a favor de los sectores duros del kirchnerismo, que al oler malos tiempos analizan si siguen al lado en la foto o se corren.

Sin duda ser un Matarreyes no es para cualquiera. Además de tener una sangre política especial, hay que tener una vocación extrema de poder. La tuvo Menem y también Néstor cuando corrió de lado a Duhalde, quien lo había entronado. En el riojano el hecho embrionario de su destino fue el Pacto de Olivos. Mientras que para N.K la acción determinante la hizo con el DNU de renovación de la Corte Suprema.

Alberto si tuvo en su cabeza una medida distintiva del arranque de su gestión no la pudimos conocer. El verdadero virus de su gobierno fue de parto de origen.

Veamos ahora el caso Larreta. El Jefe de gobierno porteño desmereció el caudal de adeptos que tiene aún dentro del frente opositor Mauricio Macri. Al contrario de Alberto, Horacio tiene convicciones de dar la pelea y no le teme al líder natural del PRO. Sin embargo, todas las movidas de estrategia electoral que hizo no tuvieron la contundencia necesaria para enrolarse en un candidato a presidente indiscutido.

En la pandemia fue un moderado y tras el hastío de la sociedad de clase media por el encierro y la crisis económica se endureció jugando a Halcón, papel que ya resultan más creíbles otros dirigentes como el mismo Macri y Patricia Bullrich,

Para colmo su princesa, María Eugenia, está pasando un mal momento político. Ganó, pero no enamoró como antes a la platea. La impulsó en la ciudad cambiando la génesis de su principal batalla que fue pelearse con “las mafias de la provincia de Buenos Aires”. Como una señal del destino , los intendentes Barones estaño a punto de voltear la inhibición de reelecciones eternas que ella había concebido.

En un sistema hiper presidencialista y con tintes marcadamente personalistas. ser Matarreyes es una condición sine qua non para liderar procesos políticos en esta jungla.