¿Quién maneja la barra de Boca?

Hubo tiros por La Boca, antes del partido en el que los xeneizes le ganaron a Tigre. Un aviso más de que la interna de barras está entrando en una zona de riesgo, con vistas al superclásico.¿Quién manda hoy en la 12?

En Boca, el que manda se llama Cristian Debaux, alias Fido. Tras las detenciones de Mauro Martín y Maximiliano Mazzaro, involucrados en el juicio por el asesinato de Ernesto Cirino, Debaux tomó la posta y no nada es casual. Es él quien aparece en las escuchas telefónicas por asociación ilícita entre dirigentes y empleados de Boca. En esos diálogos tormentosos se habla de entradas, de micros y hasta de un reconocido tour para turistas en la Bombonera. Ahora Martin  y su compinche recuperaron la libertad y fueron por lo suyo.

Antes de ir preso, Mauro Martin era amo y señor de la barra brava. Pero, tras las rejas, se encargó de digitar cada movimiento. “Si necesitás algo, recurrí a Juan Carlos”, fue el consejo. ¿Quién es Juan Carlos? Crespi, un dirigente con mucho peso en la AFA, que tiene un buen trato con los futbolistas y, también, con los barras, algo que él desmiente, por supuesto.

Ahora que Mauro Martin dejó la cárcel, el peligro está latente. Porque también aparece en escena Rafael Di Zeo, que quiere recuperar su lugar. A fuego lento, va preparando terreno. Y un anticipo fue esa porción de hinchas de Boca que viajaron a Brasil para alentar a la Selección en el Mundial. Pero no será sencilla la historia. Es que a los hermanos Di Zeo les negaron la posibilidad de volver a ser socios. El asunto está en manos de un abogado.

Mientras tanto, Mauro Martín hizo su parte. Apenas dejó Ezeiza se comunicó con Di Zeo para recuperar la barra que está en poder de Fido Debaux y Morci de los Pinos.

Usted se preguntará qué paso con Debaux, ex mano de derecha de Mauro Martín. Simple. Se entusiasmó con el negocio que hay detrás de la reventa de entradas, de los trapitos que están en las adyacencias de la Bombonera. Y ahora no quiere largar el trono. En la barra de Boca, se miran todos, pero nadie sabe quién es o será el traidor. Algo está claro. El final está abierto