Franco Torchia: “Los partidos ya no me representan, si Estanislao Fernández”

Activista del colectivo LGBT . El periodista denuncia que la sociedad argentina sigue siendo homofóbica y racista.

Su remera, con motivos de cartoon network, connota otro relato a su aguda observación de la realidad. Franco Torchia pone el acento y su marca personal en cada palabra para defender ideas y abrir debates. Su condición es ser políticamente incorrecto.

Ese niño sufriente, que todavía guarda en su mirada,  levanta banderas por el respeto a la diversidad sexual y la no discriminación.

Versatilidad total como panelista histriónico, se posiciona como un diferente dentro de una tele pacata y de vuelo bajo. Actualmente trabaja en Confrontados, por las tardes de canal 9, con la conducción de Marina Calabró.

El Repo Zoom se pone en marcha con el ex Cupido. De arranque marca que la sociedad argentina sigue siendo homofóbica. Cita el caso del ataque de policías a un joven por su condición sexual,  en Río Gallegos (Santa Cruz).

 

No duda en señalar que Argentina es “un país racista”, diferente al de Estados Unidos del caso Floyd, pero no tan lejos de parecernos. “Nosotros discriminamos mucho por color de piel, como con los habitantes del norte del país“, dice. Se refiere a lo que ocurre en los barrios populares tomados por la pandemia.

No adhiere a llamar “campos de concentración”, como hizo Sebrelli, a las medidas de cerco sanitario tomadas en Villa Azul. Cree que todo es más sutil y perverso.

El periodista, que sabe de sumergirse en una critica cultural o remar un panelismo sobre el último chisme, es el mismo que enciende su activismo militante por causas como el aborto.

En la entrevista Zoom, con Expediente, dijo que “Alberto debió firmar un decreto por la legalización del aborto“, porque es muy difícil que salga la ley.

Sigue sin entender por qué Macri abrió el debate del aborto y a la vez agitó banderas evangelizadoras. Clama por concientizar sobre el drama de los femicidios, en plena cuarentena.

A los celestes, prefiere evitarlos. Con Amalia Granata guarda un encono personal. La tuvo de compañera televisiva, compartiendo camarines, pero no le perdona sus intervenciones públicas por el debate del aborto.

“No volvería a hablar con una defensora de delincuentes”. Se refiere a los médicos que se niegan a realizar abortos no punibles.

Trochia fue Cupido cuando la televisión aún estaba colmada de tabúes. Ese programa que enlazó historias de encuentros y amor, fuera de los estereotipos de príncipes y princesas, ya es un recuerdo que prefiere resguardar de las impiadosas redes. Ese recordado segmento fue la otra cara de “Yo me quiero casar”, de Roberto Galán.

Al Papa Francisco lo considera “un capítulo trágico” en el sentido de los derechos sexuales y el respeto a la diversidad. Celebra que el hijo de Alberto haya podido cuidar su perfil, evitando polémicas. Dice conocer sensibilidad de Estanislao. “Se auto preservó”, agrega.

Franco dejó de asistir a los programas de Mirtha Legrand por sus preguntas inquisitorias de la sexualidad de las personas. “No es la única que hace un espectáculo cruel” y subraya lo que hizo  la actriz Luisa Albinoni con Diego Ramos. “No va a poder trabajar más de galán”, razona.

Le resulta interesante pensar si al país le representaría un avance llegar a tener un presidente gay. Toma distancia y reconoce, en algunos representantes de la comunidad, un tinte muchas veces conservador que dista de ser garantía de avances en la apertura.

De hecho, el demócrata Pete Buttigieg, ex Alcalde de South Bend, Indiana, tuvo un pique corto en la carrera presidencial de EEUU, por su condición de gay declarado.

Torchia siempre tuvo ideas de izquierda. ¿Quién lo representa? “Estanislao Fernández”, afirma tentado. Hoy se siente inorgánico de los partidos políticos. Fin de Zoom, a la tele volverá el personaje que divierte.