Tres peronismos, tres modelos para armar

La metamorfosis de los peronismos está mostrando variantes para ser alternativa. La atomización puede ser una buena noticia para el gobierno si sale del modo siesta.

El peronismo siempre engaña como las publicidades de la eterna juventud. Sus intérpretes, desgajados, se montan en gobiernos fallidos que asumen herencias pesadas de su intervención en el poder.

A veces las operaciones, con torniquetes mediante, dejan peores saldos y la sensación de que el país sin el partido de Perón y Evita se transforma en ingobernable.

Macri de alguna manera se había impuesto desperonizar a la sociedad, en una suerte de revolución cultural.

Su ímpetu quedó, hasta aquí, en puro voluntarismo. El mensaje Navideño del presidente vuelve a prometer que estaremos mejor.

En tanto, el peronismo que sufre de síndrome de abstinencia se rearma como puede, y a fuerza del escenario que le deja la crisis económica.

El armado principal y más competitivo es el de Unidad Ciudadana con Cristina a la cabeza. La promesa ahora es “hay que sumar para ganarle al liberalismo insensible”.

La segunda opción es la del peronismo no k, con actores que estuvieron allí pero perdieron la memoria. Desafortunadamente para ellos el público los recibe con una frialdad pasmosa, que los hace ir abandonando el intento o pensar en ser un a pata de Macri, en un posible segundo mandato.

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En el equipo de malabaristas está Sergio Massa que dijo que esta dispuesto a dar un paso al costado de un escenario en que la encuestas no lo han subido. Es el más joven junto al gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, y a la vez son los que mayores kilómetros de desgaste van sufriendo.

Los peronistas que quiere pegan un regreso al poder les pide definiciones “de que lado están”. La borrosa autopista del medio los van reconfigurando en gajos de proyectos de otros. No es casual que se hable del salteño como un posible compañero de fórmula de Mauricio o un ministro de “nueva alianza de gobierno”.

En medio de la política ficción, resurgió el nombre de Roberto Lavagna, una suerte de Mesías de la economía. Tan veterano como respetado, es ensalzado por Eduardo Duhalde quien a fuerza de bombero voluntario permanente quiere volver a ser el gran elector de un nuevo líder de un gobierno de emergencia o unidad nacional. El establishment lo ve como una apuesta que permita una salida sin la situación de actual oficializamos sigue en caída libre.

El peronismo como siempre, por sed ,reinvención o realismo mágico le dice a los historiadores que sigan desentrañando porque son “un mal necesario¨.