Un chiste picante

No fue un mediodía cualquiera, en el el spa favorito de jueces, políticos y empresarios. Sentado en el lugar de siempre, ante el humeante vapor, el juez Norberto Oyarbide, contaba el último chiste de Comodoro Py. Las risotadas se apagaron, cuando en la sala de baño turco, el círculo de amistades del juez observó la entrada de un alto funcionario de Mauricio Macri. El clima de incomodidad lo salteó con elegancia, al encargar una ronda de champagne para todos. El funcionario porteño prefirió retirarse, camino hacia la calle Bolívar, pero antes curioseó el llamativo tatuaje que el magistrado exhibe en su espalda. Macri, que ya no frecuenta tan seguido este spa, espera el inminente procesamiento.