Un mes de encierro: la cuarentena administrada tensa derechos individuales

Los estados asumen facultades tutelares. A los problemas económicos se suman pérdidas de derechos.

Se cumple un mes de la cuarentena administrada. El Estado como Padre que cuida a sus ciudadanos para que no se mueran ante el avance de la Pandemia ha generado una serie de medidas excepcionales que ponen la mirada sobre la posible vulneración de principios individuales. Lo social sobre el individuo prima en una situación de posible colapso sanitario.

En Argentina las medidas han sido apoyadas por una franja importante de la sociedad, según las principales encuestas. Sin embargo, no se pudo evitar que la cuarentena se haya flexibilizado a la fuerza de la necesidad económica y hasta de cierto hastío que ya se manifiesta en sectores medios. Hace días que la gente sale con mas asiduidad a las calles.

La tentación autoritaria está en la lapicera de cada definición administrativa, de mandatarios que saben que su principal partido es evitar el ascenso estrepitoso de la curva de casos y muertos.

En nombre de esa idea loable se vieron signos peligrosos, en la semana, de avances sobre libertades individuales. Un pequeño botón de muestra es el lanzamiento, de parte del gobierno porteño, de una medida segmentada para la tercera edad, exigiendo que para poder salir a la calle obtengan un permiso especial, llamando a una linea telefónica.

El controversial procedimiento implica que el mayor de 70 debe llamar todos los días a la línea 147 y esperar que del otro lado comprendan su necesidad de ir hacer una compra, dandole un permiso. Hasta se llegó a decir que los que incumplieran iban a tener que realizar trabajos comunitarios.

Tras la polémica, aún vigente, Larreta decidió suavizar el anuncio y presentarlo como una medida persuasiva de acompañamiento a los abuelos.

Gerentólogos y hasta intelectuales criticaron duramente el anuncio, considerándolo como conceptualmente atrasado en los niveles de autonomía que tienen hoy personas de 70 años para arriba, unas 490 mil personal.

La tentación autoritaria está en la lapicera de cada definición administrativa, de mandatarios que saben que su principal partido es evitar el ascenso estrepitoso de la curva de casos y muertos.

El Constitucionalista García Lema, que se encuentra en esa capa etaria, anticipó que la medida sería anticonstitucional y merecería alguna presentación en los tribunales.

Mucho más controversial fue la idea que tuvo el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, de marcar con un color las casas de los sospechosos de contagio para advertir a vecinos sanos del virus. El mandatario debió aclarar que no fue su espíritu estigmatizar a las personas.

En Corrientes, el gobernador Eduardo Valdés prohibió a los médicos de su provincia viajar al Chaco, como habitualmente hacen para atender otros pacientes.

En la misma provincia un intendente de Esquina puso en cuarentena a un periodista critico por haber realizado un traslado de trabajo, pese a tener el permiso que lo habilitaba.

San Luis, territorio Macondo, llegó a inhabilitar a los camiones que transportan otros diarios nacionales que los que  monopoliza la familia Rodriguez Saa. Luego ante la repercusión hubo marcha atrás,

En el marco institucional, hay una presidente de la Nación gobernado a puro decreto sin un Congreso funcionando a plenitud,

El bicho autoritario crece tanto como la pandemia. Ni hablar de los irresponsables que siguen discriminando a personal médico porque habitan los mismos edificios.

Nada parece haber cambiado en la humanidad, para prever que de esto saldremos mejores.

Pandemias de siglos pasados, donde no había ni parecidos avances científicos ni redes de información actuales, mostraron comportamientos sociales similares a los actuales, en pleno Siglo 21.