Valleca con un pie afuera

El lunes pasado, la fiscal Cristina Caamaño recibió un llamado en su celular que no esperaba. La flamante ministra de Seguridad Nilda Garré le ofreció la secretaría de Seguridad Interior, un cargo que había quedado vacante apenas unas horas antes tras la renuncia de Sergio Lorusso, un hombre de extrema confianza del jefe de Gabinete Aníbal Fernández. Lorusso pidió irse el viernes, al conocer los cambios en el gabinete, pero su salida recién se formalizó el lunes. Una fuente del Consejo de Seguridad Interior evaluó que ese movimiento significa la salida, tarde o temprano, del jefe de la Policía Federal, Néstor Valleca, y del subjefe, Jorge Oriolo. “Son como un matrimonio”, graficó. Lorusso tuvo un primer paso en el Ministerio de Justicia como segundo de Héctor Masquelet (actual secretario de Justicia). En 2009, se hizo cargo de la Seguridad cuando Masquelet reemplazó a Marcela Losardo, cercana a Alberto Fernández. Pese a sus antecedentes, su gestión fue muy criticada. Ahora dejó una silla muy codiciada. “El secretario de Seguridad es un cargo muy importante porque es quien realmente maneja la Policía”, explicó otra fuente policial. Y agregó: “Valleca se va porque Garré no es Alak”. Mientras comienzan a sonar los nombres de posibles reemplazantes, todavía no cicatrizaron las heridas de los últimos retoques en la cúpula de la Federal. Uno de los que dejó su cargo fue Gustavo Carca, superintendente de Seguridad Metropolitana. También se fueron Carlos González, de Bomberos; Carlos María Basualdo, de Administración; y Eduardo Santiso Lioy, de Investigaciones Federales. Los nombres que suenan más fuerte para reemplazar a Vallecas y Oriolo son Alberto Giménez, a cargo de la superintendecia del Interior y Delitos Federales Complejos, y Alejandro Alberto Hayet, de Asuntos Internos. Tampoco se descartan movimientos en Gendarmería y Prefectura. Todo esto quedará en manos de la fiscal criminal Cristina Caamaño, que estaba hasta ahora a cargo de la investigación por la muerte del militante del Partido Obrero Mariano Ferreyra. No se conocen vínculos previos con el Gobierno. Tampoco con Garré, mas allá de algún contacto por trabajo. Por eso fue mayor la sorpresa.