Volvió a tomar impulso el paro docente tras el operativo anti carpa blanca

El Gobierno debate internamente la decisión de haber reprimido a los gremios docentes en la Plaza de los dos Congresos. Volvió el paro cuando parecía agotado.

La triada del gobierno Cambiemos, Nación, Ciudad y Provincia, debate internamente cómo encontrar el equilibrio entre retomar la autoridad, celebrada por el desalojo de la Panamericana, y asuntos muy sensibles como la acción represiva frente a guardapolvos blancos.

Ni Vidal ni Larreta (este último cumplió la orden de Macri) parecen demasiado conformes con los resultados exhibidos el domingo a la noche, cuando las imágenes mostraron a la montada tirando gas pimienta y forcejeando con gremialistas/docentes que tuvieron la intención de instalar una Carpa como la icónica de los 90, con flojedad de papeles.

Nada es igual ni se repite en contexto de la línea del tiempo. Si bien la sociedad cree que los docentes deben ganar mucho mejor, la opinión pública no parece tener un consenso generalizado como aquella carpa del 97, que bancó hasta Ernesto Sábato.

Aquella lucha épica, que durante más de 1000 días buscó el financiamiento educativo a través un incentivo espacial, que luego se transformó en una oblea en los autos para los aportantes (para muchos la oblea de los “boludos” porque gran parte evadió ese impuesto), fue un hecho único liderado por una señora con pinta de maestra: Marta Maffei.

En su reaparición mediática, Maffei confrontó con Macri: “Si no hubiera estado la carpa blanca y los docentes no hubiéramos peleado en los 90, hace rato que en la Argentina no habría educación pública. Nosotros salvamos la educación pública”.

Sigue habiendo una buena noticia para el gobierno que sigue desaprovechando pelotas en el área: Baradel no es Maffei y gran parte de la clase media sigue bancando la parada Pro como contraste de lo que dejamos atrás, aunque tenga que tragar saliva por las dificultades económicas.

Sin embargo, pagar el costo de una acción policial contra guardapolvos es muy diferente a la acción de Estado frente a enmascarados piqueteros que hacen la vida cotidiana imposible. El frenesí de consumo de encuestas o micro clima de redes sociales puede prestar a equívocos.

Larreta no quiso llegar al protocolo Patricia Bullrich. Siempre optó por acomodarse al molde gradualista e ir viendo caso por caso. La interna con la funcionaria nacional es notoria. Ella parece ahora marcar el pulso de la apuesta del gobierno nacional en el control de la calle.

Ayer, el ministro de Justicia Germán Garavano se ocupó de aclarar que la acción policial contra los gremios docentes no fue tomada por el presidente sino por el gobierno porteño. Una forma de distribución de costos entre las sociedades políticas.

Vidal ya no sonríe tanto. Parecía que su operativo desgaste rendía sus frutos y el conflicto se reavivó. ¿Hasta cuándo? Baradel hasta hizo una confesión de parte, al afirmar que ” se perdió una oportunidad en no dejar instalar la carpa itinerante”. Traducido el paro ya no daba para más.

El episodio de Panamericana, sumado al #1A, marcó el pase del cambio de tono del presidente y Marcos Peña a la acción concreta. El problema es que el país no parece estar para protocolos unívocos o irreversibles.

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