Alberto hace un guiño a radicales para ensanchar la gobernabilidad

Le preocupa la Grieta y la transición. Hizo público un deseo de sumar radicales. En quiénes piensa.

En su último acto en La Plata, Alberto Fernández anticipó su mirada transversal, a lo Néstor, para apalancar a su futuro gobierno. Mencionó varias veces la figura de Raúl Alfonsín y hasta posó con una remera estampada con una vieja foto entre ambos.

Nada es casualidad. Dijo públicamente que va a convocar a “los mejores radicales”, es decir a los que no están con Macri, y hasta los que están pensando un cambio sin haberse quemado o expuesto de sobremanera.

La jugada la trabaja con el discípulo de Leopoldo Moreau, Leandro Santoro, un hábil esgrimista de la palabra en el que Alberto deposita confianza como armador político.

Por supuesto que en la gatera esperan ser convocados muchos radicales de la provincia de Buenos Aires desencantados y que nunca comulgaron con El Gato, como el hijo del Padre de la Democracia, Ricartido.

Esos gestos, que pueden incluir un cargo en el futuro gabinete para alguna figura radical, tienen mucho de gestual hacia el plan de desarticular la Grieta. La Oficina Anticorrupción podría ser un trampolín para la inclusión de un radical de nombre.

Aparte, Alberto necesita sumar votos “amigos” en el Congreso para sustentar medidas de urgencia en la difícil transición política y económica.

Trascendió que hasta piensa en Ricardo Gil Lavedra para la Corte, por si se abriera una vacante. La pareja del prestigioso ex Camarista que condenó a los genocidas, la escritora Claudia Piñeiro, ya no disimula su cercanía con el Albertismo.