Cambios antes y después de la elecciones: se irá una ministro y achican la burocracia

Macri sabe que si gana será por escaso margen. Planifica otro impulso en la gestión.

El gobierno consume energía en encontrar el entusiasmo en el núcleo de sus votantes para que se crean realmente el cambio. La gestión está aletargada y necesita una inyección anímica.

En la Rosada saben que las elecciones de mitad de término se ganarían en el territorio nacional con escaso margen, mientras que provincia de Buenos Aires es una verdadera incógnita con la reaparición de Cristina.

Igual, a la mesa chica lo ocupa en estos momentos la idea fuerza de re inyectar la gestión. ¿Incluirá cambios e gabinete? Si. Un número puesto es la ministro Patricia Bullrich, quien agotó sus “vidas” ante el presidente. Debutó con una gran metida de pata cuando le hizo decir al jefe de estado que se había capturado a los responsables del triple Crimen de General Rodríguez, cuando todavía no había ocurrido.

En tanto, otros funcionarios se irán por decantación de la campaña. Es el caso del ministro de Defensa, el radical Julio Cesar Martinez, quien se irá a competir a La Rioja. Su reemplazo sería el neuquino Horacio Pechi Quiroga, alguien que tiene línea directa con Macri.

Ese fuerte traspié pareció quedar en el olvido, aunque siempre quedó en el disco rígido del presidente, quien ahora ante la falta de resultados en materia de seguridad le está buscando reemplazante.¿Tendrá que ver el regreso al país de Guillermo Montenegro?

El gobierno también prometió al empresariado varias cosas para después de octubre. Una es achicar el déficit fiscal y por ende la estructura del estado. El mensaje amable hacia la gente será reducir los ministerios y fusionar alguno de ellos.

Por ejemplo, el Ministerio de Defensa pasaría a depender de Seguridad, algo que a priori suena muy estrafalario y para las Fuerza Armadas preocupante.

Otro ministerio es el de Medio Ambiente que se fusionará con el de Ciencia y Tecnología. Muchas veces la fusión esconde el grado de ponderación en la agenda pública de un gobierno sobre temas tan delicados como la contaminación o la defensa de la soberanía.

Con este tipo de medidas el resultado al que aspira Dujovne es achicar el gasto en 80 mil millones de pesos. Es cierto que fue una promesa de campaña. El gobierno de arranque no pudo sacar a muchos del ejército k que se infiltró en la administración pública y como contrapartida sumo tropa propia, en casos como el PAMI donde Regazzoni plantó 500 empleados.

A la cúpula de la UIA, con los cuales nunca tuvo demasiado feeling, los abrazó con el proyecto de combatir las mafias de la industria del juicio. Habrá que ver si esta foto no desestabiliza cierta tranquilidad en la cúpula sindical, que aguanta los trapos para que las bases no los desborden en la protesta social.

El gobierno siente cerca de la mitad de su mandato que se acomodó al sillón del poder. La organización pulida en los frentes electorales que cerró en el mapa político los demuestran. Ahora le falta a Macri disfrutar y sentirse querido, aunque eso es una materia que no se estudia ni se aprende en la ingeniería que siempre todo todo a mano y que ahora hace la escuelita de la prueba y el error.