“El rugby no puede seguir mirando a un costado”

La fiscal de Dolores, Verónica Zamboni, pidió la elevación a juicio oral de la causa por la que están detenidos los ocho jóvenes acusados por la muerte de Fernando Báez Sosa a la salida de un boliche, en Villa Gesell.

Pasaron 10 meses de una noticia que conmovió en el arranque del 2020 a la opinión pública, y que luego fue tapada por la crisis de la pandemia mundial.

La primera reacción del mundo rugby fue muy mala, amarreta. En un comunicado rápido, la UAR dijo:

“Lamentamos profundamente el fallecimiento de Fernando Báez Sosa esta madrugada en la localidad de Villa Gesell y queremos expresar nuestra mayor solidaridad para con sus familiares. Es aborrecible que un joven salga a divertirse y termine de esta manera”.

Faltó la palabra clave, sin eufemismos: se cometió un crimen y la discusión de la agenda pública volvió a preguntarse si este deporte de rudos transmitía realmente mensajes positivos o era generador de violencia afuera de las canchas.

Las medidas consensuadas son:

• Erradicar la ceremonia de bautismos, donde a los nuevos se los humilla con diferentes “bromas pesadas”. (se vivieron situaciones denigrantes como cortes de pelo forzados, obligar al consumo de alcohol o desnudar al novato).
• Limitar los festejos en los llamados terceros tiempos donde se consume mucho alcohol.
• Capacitar a los entrenadores para explicarles a los jugadores cuales deben ser los buenos comportamientos.

El rugby y los gays

De eso también ahora se habla. Según Carrique la homosexualidad en el rugby ya no sería tan tabú. Se habla en los vestuarios y en los clubes. Sin embargo, el caso  Dan Palmer, ex estrella de ese deporte en Australia marca los prejuicios aún existentes. “Prefería la muerte a que alguien descubriera que era gay”, dijo en una conmovedora carta pública.

El rugby comenzó a taclear la homofobia. “Nosotros estamos trabajando en vencer esos estereotipos. Gracias a Dios las generaciones mas tempranas lo están superando“, reforzó Carrique.