El gobierno discute como “socializar” una casi segura derrota electoral

Alberto no quiere aparecer solo en el escenario del 14 a la noche. Lo más importante: que gobierno habrá a partir del 15.

La lectura del 14 a la noche se discute embargada como suele pasar en la jerga de las redacciones con la necrológicas, esas que se dejan en borrador listas para publicarse.

El título que imagina Alberto es “Cristina también perdió” o al menos que se quede plasmada la derrota con el paraguas del Frente de Todos. El presidente, que sigue de gira en Glasgow por el futuro de la deuda externa, se sintió injustamente maltratado tras la derrota de las PASO. Su sensibilidad se basa más en el fuero interno de la coalición de gobierno que en la tapa de los medios opositores, de los que no espera ninguna condescendencia.

Siempre ronda el misterio lo que terminará haciendo Cristina y sus seguidores. Asumir el costo político, al menos compartido, o romper conformándose con ser junto a La Cámpora, un núcleo duro del 15%, suelto en el agujero negro de la política nacional.

Mientras que la comitiva presidencial trata de sensibilizar al FMI en el Foro de la Cumbre de Cambio Climático, los fuegos de rebeldía contra el pago de la deuda siguieron mediáticamente a través de Máximo Kirchner. El discurso de Macri tiene la culpa tiene un límite tras los próximos vencimientos para quienes les toca gobernar durante dos años más. el oficialismo comentarista de la herencia recibida va encontrando un límite.

El devaluado Albertismo cree que si Cristina rompe sería una posibilidad de reconstrucción del presidente “moderado” aliándose a otros sectores peronistas ortodoxos y sectores empresarios, una forma de sobrevivir y alcanzar una transición prolija hasta el 2023.

Si esto no ocurre y la ex presidente toma más las riendas del poder , el choque de facciones es probable que se potencie.

Recordemos que Cristina hizo un par de gestos de autoridad tras la derrota de las PASO, como la carta abierta al presidente, que generaron cambios de gabinete , entre otras cosas.

La elección en la provincia de Buenos Aires juega la dinámica final que vaya adquiriendo la llamada “socalización” de la derrota. Una incipiente recuperación de votos para el Frente de Todos sería un analgésico suficiente para evitar la fractura.