El paro quedó atrapado sin una salida clara entre gobierno y CGT

Fue el paro general número 40 de la democracia. Nunca estuvo tan discutido su resultado. La pregunta del millón: ¿Cómo sigue la conflictividad social en el país binario?

Antes de que cerrar la tarde, el gobierno sacó conclusiones apresuradas. Del ninguneo a la pequeña victoria de haber desalojado uno de los piquetes, en la Panamericana. Un primer gesto de autoridad.

Del lado sindical, el paro general fue calificado como “contundente”. Como nunca la incertidumbre invade a ambas partes, ¿Cómo sigue esto el día después?

Al igual que con el conflicto docente, la apuesta del gobierno es el desgaste sostenido en el desprestigio social, que acumulan popes sindicales, mucho antes de la suelta de cadena de Viviani.

Carlos Acuña lo expresó con absoluta sinceridad: “no queríamos hacer pero nos obligaron””. Traducido, “salimos o nos comen por afuera”.

Lo serios incidentes del palco, de la última movilización, donde salieron corriendo a refugiarse de activistas de izquierda, fue como una parábola del cajón de Herminio.

En el off nadie puede presagiar de que manera se puede restablecer el diálogo con un gobierno que pregona el buen clima social, pero agita la lógica binaria de la que no se sale desde Cristina.

Si se toma grandes urbes, el sector fabril y el transporte, tuvo efectos concretos.

En cambio, comerciantes abrieron negocios, taxistas intentaron levantar pasajeros y en el interior del país, la medida tuvo un acatamiento dispar.

Quizás lo que más llamó la atención es que las Cámaras empresarias, como la UIA, guardaron un sugestivo silencio. La lógica esperada era que cerraran filas con Macri en condenar las medidas gremiales. ¿Es que ellos tampoco ven- por otras razones que los gremios, un plan económico?

De la mano de los postulados de la justicia social, desde el 83 la CGT se las ingenió para sacar conejos de la galera y tener banderas claras para exhibir fuerzas: con Alfonsín fue la Hiper, Menem trajo reclamos por la desocupación, a De La Rúa lo condenó la falta de autoridad, a los kirchner se les enfrentó a Moyano por la Banelco .

Ahora con Macri, el problema es salir a la calle para que no los lleven puestos las bases de izquierda. El paro no tuvo convicción ni conducción clara.

Macri dejo muchas dudas en su afirmación a una cadena de noticias norteamericana, cuando dijo convencido ” no hay plan B “.

Esta suerte de anarquía, en las calles desde marzo, es pura ganancia para izquierda, que desde la resistencia no pacífica, parecieran buscar un mártir como lo fue Fuentealba o Mariano Ferreyra.

Quizás el #1A y el paro del triunvirato se asemejen, en un punto central. Mas allá del juego de contrastes entre el chori y la Sube, en ambos espacios hay desencantos y broncas acumuladas, no saldadas desde la crisis del 2001. En los dos también hay orfandad de líderes que sepan canalizar tanta energía evaporada en el  viento.

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