Falsas noticias, humo y promesas rodean la causa del ARA San Juan

No existe conexidad entre el estrago y la desaparición del Submarino y el entrenamiento militar cerca de Malvinas.

El humor del “Milico” está en llamas. Una muestra fue el mal momento que pasaron los actuales Jefes de las Fuerzas, sobre todo el  brigadier mayor Enrique Amreim, quien fue increpado, a los gritos, cuando el helicóptero oficial no pudo despegar del Palomar para trasladarlo de regreso de una ceremonia con los familiares de caídos en Malvinas. “Inútiles”, se escuchó de fondo.

Oscar Aguad ya prepara lo que será su defensa en la Comisión Bicalmeral de Investigación por el caso Ara San Juan. Sectores del peronismo, en especial el kirchnerista Guillermo Carmona (FpV/PJ-Mendoza), proponen un mal trago para el funcionario, a quien familiares del ARA le exigen la renuncia.

Entre los futuros citados a la comisión figura el amigo de Macri, el titular de la AFI, Gustavo Arribas. ¿No hubiera sido más lógico comenzar por María Noel Costa a cargo de la Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica del Ministerio de Defensa?

Otro puesto clave para analizar las posibles metidas de pata del ministro Aguad en plena crisis, búsqueda e investigación interna del ARA, es el rol que le cupo al Director de Asuntos Jurídicos de Ministerio, Juan Manuel Mocoroa, el mismo que aconsejó al gobierno un acuerdo con Correo Argentino, que terminó judicializada.

La causa del ARA tiene plataforma principal en Caleta Olivia, donde ya declararon una serie de marinos, peritos y  submarinistas. Las declaraciones fueron, hasta aquí, muy corporativas. Nadie se sale del libreto sobre una nave que venía avisando distintos problemas e incidentes, en su navegación, desde que se le aplicó una reforma de media vida.

En diciembre de 2016, el capitán del Ara, Pedro Martín Fernández, informó a su superior directo que había “una serie de anomalías y defectos en el funcionamiento” del submarino. Hubo fallas en el sistema de propulsión, y durante una maniobra de snorkel ingresó agua de mar. Todo esto 4 meses antes del fatídico último viaje.

Lo grave es que el informe llegó al capitán de navío Claudio Javier Villamide que no lo elevó al entonces Titular de la Armada, Almirante Marcelo Srur.

Srur se enteró, de esta alerta, en plena búsqueda del ARA , como así también el titular del COA (Comando Operativo de la Armada), Contra Almirante López Mazzeo le avisó 36 horas después de la última comunicación que la nave estaba extraviada, cuando el ARA ya estaba a 400 kilómetros de Ushuaia y no se había tomado la precaución de enviarles barcos de apoyo.

Todo esto, también lo ignoraba Aguad, quien recién sentado en el cargo había relevado al riojano Julio Martinez. Ambos políticos nunca supieron ni saben como el extremo quiebre presupuestario altero el funcionamiento operativos de las Fuerzas Armadas. ¿Les importó o les importa?

El dilema que tiene ahora Aguad es cómo no quedar pegado a esta precariedad de recursos que puede explicar en todo o en parte la tragedia del Submarino.

Por eso se apuró a reafirmar que según los informes que posee “el Ara San Juan estaba en condiciones de navegar”. La frase grandilocuente puede implicar una trampa. Los navales distinguen entre navegar y operar. Para navegar el Ara era una nave aceptable, pesada y con problemas , pero apta para ejercitar a los submarinistas.

En cambio, operaciones como las de controlar la pesca ilegal tienen sus bemoles, por ejemplo el peligro de las redes. Además, las condiciones climática de navegación fueron, en noviembre último, muy adversas. La versión indica que el COA lo sabía y persistió con una misión cuya relevancia era menor.

Empoderar a un Submarino desgastado por el tiempo y la falta de inversión, es la cobertura de las autoridades políticas. “Se los tragó el mar”, o ” todo está hecho para que no lo encontremos”, sería el cierre perfecto de los imponderables de la naturaleza. Por eso se potenció la historia del ejercicio militar de derribe de Buque blanco, paso previo que tuvo de Mar del Plata a Ushuaia, antes de su desaparición.

Resulta que el ARA fue de compañía de la flota naval para hundir al buque, en desuso, llamado Comodoro Somellera. La misión nunca se publicó, hasta ahora que trascendió periodísticamente, por razones de secreto de estado, pero lo supieron y autorizaron las máximas autoridades políticas, incluidas Macri, desde un principio. La novela, que ponía en tensión la historia con el Reino Unido por la Guerra del Malvinas, tuvo patas cortas. El embajador argentino en el Reino Unido informó al instante a los británicos.

“No tuvo conexidad con el incidente del Ara”, dijo concluyente el Ministro. Además, al Somellera no lo hunde al ARA ya que no contaba con torpedos. ¿Porqué? En un ejercicio, también secreto, quiso disparar y los torpedos no se eyectaron. Problemas de batería que no se arreglaron.

Otro callo para el Ministro cordobés es el sumario disciplinario de la Armada, que él mismo ordenó, apresurado por los tiempos político de la crisis. Amagó luego con cerrarlo por las divisiones que causó en la fuerza, pero sabe que la magistrada de Caleta lo considera pieza clave.

La hipótesis principal sigue siendo un implosión, producto de problemas con las baterías centrales del submarino, que al entrarles agua en la navegación habría transformado el ARA en partículas perdidas en el océano. Ahora, tratan de calmar a las familias apoyando a un emprendedor Venezolano, Hugo Marino,  que asegura resultados que no pudieron conseguir las principales potencias navales que participaron en la búsqueda desde el fin de año pasado.