Figuras de la solidaridad y la religión quedan tironeados por la campaña

La Iglesia, en tanto, aborda cierta neutralidad hasta la llegada del Papa. La polarización embarra todo.

La campaña será sucia, con técnicas “bilardistas” para sacar de quicio al oponente. Todo se mide con la precisión de un alfiler. Hasta una compra de color, de naranjas y mandarinas, puede terminar en fragancias de imitación.

En este contexto, figuras “intachables” de la solidaridad o la espiritualidad son invitados a la mesa de las controversias de la Grieta. Algunos van involuntariamente, otros decididos a jugar fuerte.

Uno que quedó exprimido por comentarios y calificativos injuriosos fue Juan Carr. El referente de la solidaridad realizó una campaña envolvente en la ciudad para abrigar a los sin techo, junto con otra figura que siempre manifestó su voluntad de intervenir en política: el presidente de River, Jorge       D´Onofrio.

¿Cuál es el pecado de hacer el bien ante un Estado muchas veces ausente? En el macrismo algunas voces se alzaron sospechando las verdaderas intenciones del líder de Red Solidaria.

Los funcionarios de Larreta se quejaron en privado de la polémica suscitada por el contraste de estadísticas que ellos manejan, en cuanto a la gente en situación de calle, y la cifra 7 veces superior que resaltó la ONG.

Dicen que Carr nunca tuvo una buena relación con el actual Jefe de Gobierno porteño y su sociedad con D´Onofrio despierta recelos en la sede de Parque Patricios.

Carr siempre defendió su independencia de hablar con todos los colores políticos, priorizando la solución de los problemas sobre lo partidario. Quienes ahora lo atacan recuerdan su silencio ante las consecuencias de la inundaciones en la ciudad de La Plata, durante la gestión Scioli.

Últimamente, se ha fotografiado con integrantes de La Cámpora y con el filo radical Leandro Santoro, a quienes conoció precisamente en acciones solidarias en la provincia de Buenos Aires.

Margarita Barrientos, de conocida afinidad con Macri. salió en defensa de la figura de Juan Carr al decir que le parecieron “muy crueles las críticas”.

Como si esto fuera poco, reapareció la monja Martha Pelloni con declaraciones explosivas. Sin pruebas acusó a La Cámpora de ser cómplice del narcotráfico. Lilita “arregló” un poco la declaración de la monja y dijo que en realidad en la agrupación juvenil K “hay muchos adictos”.

Una de las espadas de la agrupación salió a defender la honra de los dirigidos por Máximo Kirchner:  Mayra Mendoza advirtió que la monja podría tener “consecuencias judiciales” si no rectifica sus dichos.

En la Provincia, la campaña podría cruzar otra vez las fronteras de los buenos modales. La lucha contra el narcotráfico será expuesta como una medalla para colgarle a la gobernadora. Sin Aníbal enfrente la “enemigo” será La Cámpora.

La Iglesia católica espera que la llegada del Papa, durante el 2020, apague la Grieta entre los argentinos. Mientras tanto, se puso en modo neutral ante la campaña. Las palabras medidas del Arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Mario Poli, invocando a que los dirigentes sean “servidores de la Patria”, cayeron como un regalo del cielo a los funcionarios.

Macri, que siempre desconfió de las sotanas, tuvo excusas de agenda para asistir a ese Tedeum de la Catedral Metropolitanas. Si estuvo en el desfile militar junto a Pichetto, una suerte de nuevo predicador del relato oficial.