Kreckler, el embajador excéntrico que se codeaba con ricos y famosos

El embajador en China fue echado por Felipe Solá. Se quedó sin el apoyo de Cristina.

Esta vez a Luis María Kreckler se le acabaron las excusas. El experimentado diplomático, que acumulaba polémicas así como designaciones en embajadas, deberá volver al país luego de que el Gobierno le bajara el pulgar por no conseguir las vacunas chinas.

Entre el canciller Felipe Solá y el ministro de Salud Ginés González García se pusieron de acuerdo para correr a Kreckler de la Embajada de la Argentina en China luego de que fracasara su gestión para conseguir el desarrollo chino. Ginés ahora negociará mano a mano con las autoridades del laboratorio chino.

Solá filtró que, mientras el Gobierno esperaba noticias desde China, el ahora embajador saliente habría ido con su familia a descansar a una exclusiva isla, en la zona de Hainan, el punto más austral del gigante asiático, entre Vietnam, Hong Kong y Taiwan.

No es la primera vez que Kreckler deja polémicas tras su paso por una sede diplomática. Durante su estadía por Brasil, el diario Clarín reveló que el embajador había alquilado una mansión por varios millones a pesar de que la representación contaba con residencia.

Pero Kreckler prefería gastar millones para disfrutar de una casona valuada en 7 millones de dólares por sus amenities: pileta semi olímpica, sauna, spa, estacionamiento para 50 autos, bodega subterránea para 4 mil botellas, cine con nueve butacas y hasta muelle.

Tras la polémica, el diplomático, que no podía evitar el bajo perfil, al punto de salir en la revista Caras, resistió un tiempo más en Brasil, pero con el cambio de gobierno, Macri lo envió primero a Alemania y luego a Suiza, donde por fin consiguió pasar desapercibido.

Pero, con la vuelta del kirchnerismo, Alberto Fernández apostó por él para profundizar las relaciones con China. La crisis del coronavirus fue su oportunidad de lucirse, pero no consiguió cerrar un contrato por la vacuna rusa. Todavía en Beijing, Kreckler dice que no recibió ninguna orden de volver a Buenos Aires. Pero sus días están contados.