Los Barras Bravas y los políticos finalmente se pusieron la misma camiseta

El calificativo de barras bravas cruzó las dos fronteras políticas entre opositores y kirchneristas. El mismo grito, el mismo negocio.

Sin duda nombrar al adversario político de “barra brava” ha sido una de los sincericidios más grandes de nuestros dirigentes.¿Acaso no se comportan como tales?

Alberto llamó imbéciles a aquellos que lo critican como autoritario por haber puesto nuevos controles ciudadanos ante el crecimiento del coronavirus.

Su tono fuerte fue replicado por el presidente del radicalismo, Alfredo Cornejo que lo tildó de “barra brava”.

Minutos después, misma terminología aplicó la vice presidenta y titular del Senado, Cristina,  que en pleno debate por ganancias, decidió callar a opositores llamándolos barras.

 

 

En el 2017, Cristina compartiendo un acto con Julio Grondona hizo una reivindicación a los  barras:

“Esos tipos en los paravalanchas con las banderas que los cruzan, arengando, son una maravilla” y puso un ejemplo de uno conocido.

“hay uno de Boca que conozco que ocupa una importante posición en el Estado Nacional, que es impecable la seriedad en los actos políticos. En la cancha colgado del paravalancha nunca mirando el partido, porque no lo miran, arengan y arengan. Mis respetos para todos ellos”, dijo.

Macri, ya como presidente dela Nación agregó sobre la relación de la política con los Barras:

“El kirchnerismo generó un antes y un después: las barras no tenían el nivel de relación con la política que tuvieron a partir del kirchnerismo”.

Omitió recordar su paso por Boca. Llegó cuando una feroz interna, en 1995, cerraba el ciclo de José Barrita , popularmente conocido como “El Abuelo”.

Fue condenado por el asesinato de dos hinchas de River. Meses más tarde “La 12” abriría un nuevo capítulo en su historia con Rafael Di Zeo, un protegido por el entonces presidente de Boca..

Ya como presidente de la Nación, Macri acudió a sistemáticas analogías futboleras, en sus discursos, y los gritos de gol simbolizaron sus remates como el recordado “no se inunda más….”.

 

 

Los barras y políticos siempre tuvieron canales comunicantes. Boca y River lo saben de sobra y un sinfín de dirigentes se trataron de separar de la violencia y los usos extorsivos de esos personajes, con esquiva suerte, ya que si un animal tiene cuatro patas  mueve la cola y ladra es sin duda eso: un “perro”, en este caso rabioso.

Desde el Abuelo, los Borrachos del Tablón, hasta los nuevos tiempos de negocios Vip, lo barras característicos han vivido de los favores políticos y han devuelto con bombos y presencias, y porque no apretadas,  de sus performances en diversos actos políticos, aquellos gestos.

Se profesionalizaron, a tal punto, que peronistas y radicales, kirchnerismo o antis pueden ser sus paradas lógicas, como una suerte de ronda de famosos en boliches que cobran por poner caritas y hacer número.

En el masivo velatorio a Maradona, varios barras bravas pasaron como panchos por su casa al interior de la Casa Rosada donde velaron al ídolo y pareció que el jefe de seguridad era  Rafa Di Zeo.

La política y el fútbol, sus negocios y pasiones están íntimamente mimetizados. Si te quedas sin un cargo en el estado, un club de futbol puede ser una buena embajada  o también sirve estar en los dos mostradores a la vez para potencia el poder, como por ejemplo Moyano líder gremial y titular de Independiente. Para acceder al manejo del club de Avellaneda, Hugo pactó con un sector de los barras.

Alguna vez, el camionero denuncio la Banelco del Congreso por una ley de reforma laboral, en la época de La Rúa, algo más sofisticados que trapitos o reventa de entradas.

En el paravalanchas están ellos, embanderados con la Grieta, gritando consignas vacías, haciendo el campeonato de adjetivos y descalificaciones permanentes. El otro es aquel al que le deben robar un talismán, la bandera quemarla (si es posible) , emboscadas y gas pimienta.

Buena representación de lo que ocurre en lo público , dirigentes que se miran asimismo, discuten solo temas que les interesan a ellos y no miran el partido, es decir lo que pasa realmente en la calle.

En síntesis la pasión, para ambos bandos, ha pasado a ser el envase por el que se resucitan credos en alguna aparición pública, como aquel 9 que grita un gol con coreografía para las cámaras, aunque sepa que en algunas fechas más estará vistiendo otra camiseta.

Lo que olvidan es que detrás de ellos, la gente común dejó de divertirse , y que la discusión política pasó a ser una herida absurda.

Francella mira a cámara y dice en esa escena memorable de El Secreto de sus Ojos: “El tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios… Pero hay una cosa que no puede cambiar: no puede cambiar de pasión”.

En este partido, el de los “barras políticos” ellos se alientan solos. El espectáculo es codificado, a veces la pasión se filtra como un viejo álbum de fotos familiares.