Máximo y rupturistas del PRO dejan a su suerte a Alberto

La escenificación institucional de la apertura legislativa mostró el quiebre político que sufre el gobierno. Propios y ajenos. Como sigue la historia de un gobierno utópico.

Absurda e infantil. La excusa de Máximo K de no asistir a la Asamblea Legislativa fue que no quería perderse el primer día de clases de su hijo en Santa Cruz. ¿Desde cuando la política tiene valores tan nobles y humanos? Resulta posible que el hijo de la vice y de Néstor reaccione con un sentimiento retrospectivo de niño que sufrió cierto abandono de sus padres.

Costaría imaginar que el fundamentalista del último sudor de clases, Horacio el “Sarmiento de Uspallata”, regalara un minuto de agenda política conmovido por un acto de sensibilidad personal. Son humanos, al fin de cuentas, pero permitan al escriba un amplio margen a la duda.

La raza de animales políticos sabe de que se trata la pelea por el trono. Inclusive un hijo de necesita demostrar que no es solo un apellido en el camino. Acaso, no generó un verdadero cimbronazo su renuncia deliberada a la Jefatura de bloque. El cuadro necesitaba de este complemento dejando la banca vacía a la vista del presidente, quien le falta suplicar a los gritos respeto de parte del kirchnerismo.

La Cámpora, agrupación que le responde al renunciante jefe de bloque, hizo lo demás ausentándose de la discreta movilización de agrupaciones sociales que siguieron las alternativas del discurso presidencial que tuvo el tempo de una comparsa, en el cierre del carnaval.

Con su sonrisa de “Gioconda mal llevada”, Cristina respiró malestar en la oratoria de una hora y media de su creación presidencial. El televidente mantuvo la tensión pensando el guion ideal: ¿Cuándo Ella le gritaría al estilo Juan Carlos, ” pero por qué no te callas? Migré lo hubiera hecho.

Hay que decirlo con todas las letras, si se quiere ser diferente al peronismo las acciones deben se consecuentes delimitando con mucha claridad hasta donde se puede tirar de la cuerda. Resulta inquietante escuchar la hipótesis de una convocatoria a una Asamblea de emergencia ante un a crisis final

Un discurso anodino, plantado es un temario abstracto y lo que es peor, carente de posibilidades de éxito. Nada nuevo bajo el sol, salvo el préstamo que daría China, en el mientras “vemos como se arregla el bolonqui del FMI”. A la vista de lo sucedido hasta aquí,  es un aviso confirmatorio del fundamento para la desilusión. Alberto recordó que cuando termine su mandato se cumplirán 40 años de una democracia, en constante pubertad.

El vacío de poder se profundizó con el otro vector de la Grieta política, en el acto irresponsable de ala dura del PRO levantándose del recinto, a la mitad del acto de apertura legislativa. Tan sorpresivo no pudo sonar de parte del primer mandatario, que el oficialismo seguirá impulsado una causa judicial por la deuda externa adquirida durante el macrismo. Hasta le contaron las palabras: 11695. Todo es parte de una ficción política mediocre.

El radicalismo decidió no acompañar el gesto de ruptura institucional. Ni siquiera un paladar cercano a Macri, como Mario Negri, se dejó llevar por el oleaje de los Fernando Iglesias. La UCR en la cabeza de Gerardo Morales entiende que el juego debe tener reglas y que el  2023 está muy lejos aún para empujar a un mandatario débil. Que Alberto no concluya su mandado sería un nuevo fracaso institucional , de la sociedad y sobre todo un arma de doble filo para aquellos que pretenden sucederlo.

Facundo Manes, siempre con la cabeza a mano, se diferenció claramente en declaraciones posteriores al acto institucional. Por un lado vio un presidente débil y ajeno a la agenda de la gente. A la vez, censuró que sus socios del PRO hicieran de eso una jugada irresponsable.

Hay que decirlo con todas las letras, si se quiere ser diferente al peronismo destituyente, las acciones deben se consecuentes al relato, delimitando con mucha claridad hasta donde se puede tirar de la cuerda en un contexto de suma fragilidad. Resulta inquietante escuchar la hipótesis de una convocatoria a una Asamblea de emergencia ante una posible crisis final. Tenerlo en los papeles es casi obligatorio, en hombres de estado. Desearlo es un pecado capital..

Horacio Caride